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Notre Dame: dos capillas restauradas

Entre la multitud de tareas distintas que implican las obras de reconstrucción de Notre Dame, convertida hoy en un laberinto de andamios de piso a techo y recubierta por secciones de lona y malla, las secciones que más han avanzado son dos capillas que se eligieron como muestras para definir el protocolo de limpieza y restauración que deberá seguirse en las otras 24 que tiene la catedral. 

Las capillas laterales se construyeron entre 1225 y 1320; en el siglo XIX algunas fueron intervenidas en la restauración de Viollet-le-Duc, otras no. Entre las primeras está la de San Fernando y entre las segundas la de Nuestra Señora de Guadalupe, que fueron las seleccionadas para los trabajos de prueba.

La capilla de San Fernando fue completamente aislada del resto del edificio, envuelta en una especie de burbuja hecha con lonas enormes. Adentro trabajan desde septiembre pasado ocho restauradoras que se ocupan de todo lo que hay: escultura, pintura mural, vitrales, etc. Luego de limpiar las paredes, que no sólo estaban sucias por el humo del incendio sino también por muchas décadas de polvo y del tizne de los cirios, encontraron los colores originales de la restauración decimonónica en muy buen estado. Los artesanos que trabajaron para Viollet-le-Duc conocían a la perfección su oficio y dominaban las técnicas y los pigmentos, según comentan con admiración las restauradoras. No tuvieron más que limpiar, consolidar y rellenar algunas lagunas, y ahora la capilla es una caja luminosa y de un colorido vivo dentro de la catedral todavía ennegrecida y sucia, que da una idea de cómo volverá a ser en el futuro. El arquitecto en jefe de Monumentos Históricos afirma que los únicos daños de la decoración eran los debidos a la humedad de las bóvedas y del suelo.

Para los vitrales se han ensayado dos posibilidades: los de San Fernando fueron restaurados en un taller especializado, mientras que en los de Nuestra Señora de Guadalupe se trabajó ahí mismo.

En la capilla de la Guadalupana, que no fue restaurada en el XIX, los especialistas se han dedicado a dar un gran salto en el tiempo buscando información sobre las decoraciones originales del medioevo. En las bóvedas, están literalmente tocando el trabajo de los artistas de esa época y han podido constatar que hay muchas muestras de policromía, vestigios tenues que todavía no se ha logrado fechar. El descubrimiento más bonito hasta ahora son las flores de lis doradas que adornan las nervaduras de la bóveda y que son apenas visibles. Falta todavía el estudio que permitirá determinar su antigüedad.

Si la capilla de San Fernando está permitiendo encontrar las mejores técnicas para recuperar las pinturas de Viollet-le-Duc, la de Guadalupe ofrece la oportunidad de acercarse a la historia medieval del edificio y también llevar a cabo los experimentos necesarios para determinar cuál será el proceso para devolver a las piedras de Notre Dame un color luminoso y homogéneo.

Vale mucho la pena echar un vistazo a las fotografías y el artículo que publica esta semana la revista Aletia.*

https://fr.aleteia.org/2021/02/12/reportage-aleteia-vous-emmene-au-coeur-du-chantier-de-restauration-de-notre-dame/

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