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Notando lo evidente

Acababan de pasar las elecciones en nuestro país, sí, en ese país en que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo recibió la banda presidencial del querido y pasado presidento, que lo entregó, y aunque pocos le creyeron que ya se iba a su rancho, al parecer tuvo que hacer unos arreglitos en el sitio, pero no ha aparecido, a menos que sea cierto el bulo de que le dejaron unos cuartitos en palacio para que no extrañara, pero no hay ninguna prueba de ello ni de que estuviera en su rancho, o sea, desapareció de la vista de sus muchos admiradores.

Claudita, por su parte, ha continuado con las conductas de su antiguo jefe; no tengo la menor idea de si ya se fue a vivir a palacio, que el centro es incómodo, pero en palacio el servicio doméstico dicen que es de primera, aunque sinceramente no creo que sea muy difícil de adaptarse para Dulces nombres, a quien le va a ser muy fácil hacerse tarugo y recibir los beneficios.

De la doctora se sabe que sus recientes ancestros son búlgaros y lituanos, aunque a mí, sin ser conocedor, me suena que Pardo es apellido español, pero no sé bien y a la mejor es lituano, pero ella dice sentirse miembra activa de las tribus originarias y qué bueno, porque no podría ser proespañola, ya que estamos enojadísimos con el rey porque no pidió perdón y eso no se lo perdonamos, aunque en eso la señora presidenta ha sido muy dispareja, ya que al monarca español lo aborrece por no pedir perdón y sin embargo a los tlaxcaltecas, que fueron sus aliados, ni siquiera los peló, simplemente los ignoró.

También fue dispareja con el embajador gringo, que nuestro antiguo y queridísimo señor presidento lo tenía pausado, pues doña Claudita le levantó la pausa y lo mandó a platicar con el doctor y, en cambio, fingió que no sabía nada de la pausa que decretó el señor presidento a instancias de doña Beatriz, quien entonces fungía como primera dama, término que le chocaba y con razón, y que estaba molesta porque los pinchurrientos austriacos nos mandaron a Maximiliano, cuando lo que nos debían haber mandado era el penacho de Moctezuma, que se le hubiera visto muy bien a don Andrés, pues nuestra primera mandataria los ignoró (a la mejor es porque son más cercanos a Bulgaria) y no dijo nada y como no mandaron el penacho, pues andan viendo uno de uno de los danzantes que vinieron a honrar la imagen de nuestra zapopana, pero, hay que decirlo, tampoco quiere cederlo, aunque ya anda el SAT convenciéndolo por la buena.

Pero para ser nieta de extranjeros, la presidenta es muy pero muy nacional. Yo, que no tengo ni un ancestro español ni de ningún otro país, ando haciéndome menso y ella que sí, pues no luce su extranjerismo y no tarda en hablar alguna lengua originaria de acámbaro.

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