Nos estamos equivocando de rival
Paola Pliego no es ni mercenaria ni traidora. Si es que insistimos en colgarle una etiqueta, la de “víctima” le vendría mucho mejor.
Es una víctima de todo lo que está mal en el deporte mexicano, un ejemplo tangible de lo ruin que pueden llegar a ser nuestras instituciones y de lo fácil que pueden acabar contigo con apenas un plumazo.
Ayer, esta esgrimista nacida en Querétaro debutó oficialmente con la selección de Uzbekistán, y para su mala fortuna y una desagradable ironía, la ex sablista nacional terminó por perder contra otra mexicana: Natalia Botello.
El hecho generó risas, burlas, memes, comentarios irónicos y reproches. Un gran sector del país se regocijó ante la derrota de una mujer que “cambió” a México por una nación que ni siquiera sabemos ubicar dentro del globo terráqueo.
Algunos incluso le llamaron a esto “justicia divina” o un “final feliz”, sin embargo el caso de Paola debería de darnos vergüenza, porque este país al que tanto quiso y representó terminó por quitarle todo y orillarla a irse.
Le quitó, por ejemplo, la posibilidad de participar en los Juegos Olímpicos de Río 2016, justa de la cual se quedó fuera por un doping fraudulento realizado en un laboratorio de la Conade.
En ese control antidopaje, mismo que después perdió toda validez ante instituciones internacionales como la WADA, se le acusó a Paola de consumir modafinil, una substancia que incluso le habría traía problemas por su condición de asmática.
Paola fue la mejor esgrimista juvenil del mundo en 2014, medallista de oro en los Juegos Centroamericanos de Veracruz, top cinco en Toronto 2015 y campeona panamericana en 2017, todo esto representando a México.
Por desgracia para ella aún le faltaba algo: cumplir el sueño olímpico, el cual decidió buscar enfundada en otra bandera para evitar que la pesadilla pudiera repetirse. Para esto encontró un lugar en Uzbekistán, un país enclaustrado en el medio oriente, sin salida al mar y rodeado de otros países que a su vez tampoco tienen salida al mar.
Optó por representar a un país a casi 13 mil kilómetros del lugar donde nació, mismo que apenas tiene 27 años como nación independiente y que en su corta historia ha tenido a mandatarios como Islam Karimov, quien públicamente aseguró que estaba dispuesto a arrancarles la cabeza a 200 personas para garantizar la paz de su país.
Sin el ánimo de criticar más a Uzbekistán que a México, era necesario explicar a qué nación decidió irse Paola por el hartazgo que le causaron las injusticias. Conscientes de que la obligamos a irse, de ahora en adelante su fracaso será nuestro fracaso como sociedad, en cambio sus triunfos serán sólo de ella.