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Ni un millón de pasos pararon la peor debacle priista

Miguel Castro Reynoso se convirtió en el candidato del PRI a la gubernatura de Jalisco por decisión del CEN de ese partido y de su candidato presidencial, José Antonio Meade. Con la figura presidencial peor evaluada de la historia, y la marca PRI hundida en el desprestigio, buscaron a sus perfiles más presentables para tratar de ser lo más competitivos posibles en el proceso electoral cuyo momento estelar se vivió el pasado 1 de julio.
El intento fue en vano, y tanto Meade como Castro se convirtieron en los candidatos que menor votación han sacado hasta hoy en la historia del PRI.

A nivel nacional, el PRI, además de que su candidato presidencial obtuvo menos sufragios de los que en su momento lograron Francisco Labastida y Roberto Madrazo, al obtener sólo 16% de los votos y caer hasta el tercer lugar, el tricolor no ganó uno solo de los 300 distritos electorales, perdió las nueves gubernaturas en disputa y apenas ganó el 8% de los municipios del país.

Si hace seis años la crisis del fin de sexenio panista, tanto a nivel federal como estatal, ayudó a que la candidatura de Enrique Peña favoreciera a los candidatos priistas locales, hoy la circunstancia fue totalmente contraria y la evaluación reprobatoria del Gobierno federal les jugó en contra a los priistas de Jalisco, que prácticamente desparecieron del mapa político estatal.

Pero desde luego también el Gobierno priista de Jalisco, sus dirigentes partidistas y militantes contribuyeron también decisivamente en sufrir su mayor descalabro. Los jaliscienses que les dieron su confianza para regresar al poder en 2012, luego de estar 18 años en la banca, el domingo los volvieron a expulsar. De muy poco sirvió que el gobernador Aristóteles Sandoval haya mantenido una evaluación aprobatoria, entre las mejores de los gobernadores del país.

Ni como autoridad ni como partido supieron enfrentar una fuerza política emergente que mostró su músculo cuando, hace seis años, Enrique Alfaro estuvo a punto de ganarles la gubernatura y los naranjas irrumpieron en buen número al Congreso y a importantes municipios en la Entidad. Por ello, en 2015 Movimiento Ciudadano no encontró resistencia alguna para ganar la mayoría en el Congreso y el número de gobernados a nivel municipal, incluida la capital tapatía por Alfaro, que fue la mejor plataforma para consolidarse este 1 de julio como la primera fuerza política del Estado.

Para agravar el desplome priista emergió la alternativa de Morena, que los desplazó a una muy débil entre tercera y cuarta fuerza política que le disputarán al PAN, también otrora poderoso partido.

Por eso los “más de un millón de pasos”, que me dijo ayer Miguel Castro que caminó en su campaña para visitar dos veces cada municipio de Jalisco, y su buena imagen, de poco sirvieron para impedir la inédita debacle priista.


jbarrera4r@gmail.com

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