Ni es Academia ni es Taurina
El gran poeta nayarita Amado Nervo aseguraba que el “hombre es el arquitecto de su propio destino”, con perdón pero difiero de tal afirmación, me inclino más por la frase de Federico el Grande, Rey de Prusia quien afirma: “el destino del hombre lo decide en un 75% su majestad la casualidad”. ¿A que vienen tales referencias?, nada que su majestad la casualidad ha decidido que los últimos 40 años de mi vida los haya recorrido perteneciendo a tres minorías, una de ellas cada vez mas minoritaria: La tauromaquia, sí, ese fascinante y mágico mundo de los toros, afición que se siente como un mandato perentorio. La segunda minoría ha sido mi contacto directo con las personas con algún tipo de discapacidad situación provocada por mi hija Martita y finalmente ¡le voy al ATLAS!
El sábado pasado merced a una invitación de Paco Escalante Sacerdote ejemplar en todos sentidos asistí a un ¿festival taurino? en el que los protagonistas son alumnos de la Academia Municipal Taurina de Guadalajara, quienes ¿lidiaron? tres érales y una vaca generosamente donados por cuatro ganaderos jaliscienses.
La experiencia que me dejó el dizque festival ha sido verdaderamente triste, traumática y hasta desesperante; aquel evento convertido en desastre, nos permite entender, por lo menos por lo que toca a Guadalajara, porque se han perdido aficionados, porque ya no cuenta esta casi sagrada puesta en escena con seguidores asiduos y entendidos, recordemos el grado de popularidad que tuvo la fiesta brava y uno se pregunta porque hablar de toros hoy día resulta incómodo y vago.
Así haya sido un festival la actuación de aspirantes, maestros, director y demás no ha tenido ni la mas mínima seriedad lo que causó que aquello se convirtiera en una burda y vulgar parodia. Debe hacerse un serio examen de conciencia de esta situación, evitar que cuando el espectáculo pasa de la Academia, a los ruedos en ese camino sea defenestrado. El hastío degrada la imaginación y en la Academia ni están los que son ni son los que están, mientras más dilate la reestructuración más se adelgazará la generación de toreros. El mal de montera con sus artificios y su veneno está ahí anidada en le corazón de muchos empresarios de muchos ganaderos de muchos aspirantes a pertenecer, sí, a una minoría, pero qué gloria de minoría. Ahora la seriedad taurina es una de las cosas peor consideradas, lo populachero, lo antisolemne, lo facilito es lo que cuenta.
El sueño taurino comienza casi siempre por los maestros quienes deben enseñar armados de una vara puntiaguda. Seamos realistas, la fiesta brava no existe más dentro del espacio prestigioso que siempre se ubicó, ahora es un espectáculo de curiosidad cargado de una historia que pocos conocen. Así como funciona ahora mismo la Academia Taurina de Guadalajara, ni es Academia ni es Taurina, los responsables deben tomar, cuanto antes, medidas con toda disciplina y seriedad. Amén de los amenes.