Neomachismo
Se viralizó en redes el video de este diálogo previo a una sesión virtual del Tribunal Electoral del Estado de Jalisco (Triejal) el viernes 19 de abril:
-A Cristina le encanta dar cuentas, ¿luego por qué no las dio? ¿O ya las dio? -preguntó entre risas el magistrado presidente.
-Mmm… No, no… la cuenta todavía no la ha dado -respondió con una risa nerviosa su secretario relator.
-¿O las piensa dar? -insistió en tono lascivo el juzgador-. Quizá las esté dando ahorita…
Una semana después, Cristina Tello, secretaria relatora aludida en el video viral, grabó un mensaje aclaratorio en donde le pidió disculpas al magistrado por las críticas que él y sus compañeros estaban recibiendo debido a las expresiones del juzgador.
Manifestó que jamás se sintió afectada. Expuso que se sentía más agredida por los medios y “no sé si llamarlos periodistas” que criticaban a sus compañeros. Subrayó que nadie la obligó a emitir su mensaje y que en el tribunal sólo hay libertad y respeto para las mujeres.
Tomás Vargas, magistrado presidente del Triejal, aseguró que sus palabras sobre su subordinada fueron descontextualizadas porque “siempre hablamos de temas de trabajo” y “a Cristina no le gusta dar cuentas”.
Mal interpretamos los periodistas y los miles de internautas que vieron un doble sentido sexista en los dichos del juzgador: “No tiene nada que ver con misoginia ni cuestiones morbosas que puedan lastimar la integridad, la dignidad, el decoro de la licenciada Cristina”, dijo.
¿Cómo llegamos hasta aquí? La prudencia me dictaba callarme. ¿Para qué abordar una polémica zanjada tan enfáticamente por la presunta víctima? No me corresponde juzgar la veracidad del testimonio de Tello. Pero sí deseo compartir una reflexión.
El machismo echa raíces más fuertemente en donde la mayoría de hombres ostentan puestos de poder y las mujeres son subordinadas (como un tribunal). Su erradicación en el Triejal me parece de un inmenso interés periodístico que valdrá la pena reportear con otras trabajadoras.
Por otra parte, existe un fenómeno que especialistas denominan neomachismo. Se trata de una respuesta patriarcal, una especie de refundación del machismo, suscitada como reacción a las demandas feministas.
Consiste en crear instancias, normas y “nuevas” visiones institucionales en pro de la igualdad de género con la participación activa de hombres, pero en el fondo sólo sirven como fachada para perpetuar las mismas prácticas, ahora legitimadas incluso por otras mujeres.
Sin duda el magistrado Vargas está familiarizado con el término, pues ha sido capacitado y ha suscrito activamente acuerdos por la igualdad. Conformó además la integración del Observatorio de Participación Política de las Mujeres en Jalisco.
El magistrado puede argüir todo menos impericia o desconocimiento. Una conducción hipócrita y abusiva desde un puesto de poder para manipular y convertir a la víctima de su misoginia en su defensora, sólo podría definirse como una excelsa práctica de neomachismo. Pero, dicen, no es el caso.
Más allá de impulsar una visión punitivista ante expresiones como el doble sentido o los chistes misóginos, los hombres públicos deben entender que el feminismo no es una moda institucional, un capricho verbal para ciertas expresiones o una forma de corrección política. El feminismo se ha convertido en una exigencia política que evidencia con mayor facilidad la incongruencia y la simulación.