Negligencia criminal tamaño rotoplas
Los tinacos gigantes, de la altura de una unidad de transporte público, flotando y surcando a toda velocidad por algunas de las avenidas más transitadas de la ciudad en un par de las inundaciones que se dan cada que llueve en la ciudad en este temporal, han sido la caricatura de la incapacidad de las autoridades estatales y municipales para enfrentar este problema que crece año con año.
Lo preocupante e inadmisible es que detrás de esa postal que pareciera graciosa, hay centenas, sino es que miles de historias trágicas, desde las familias que pierden sus patrimonios hasta los casos extremos donde mueren sus seres queridos ahogados arrastrados por una fuerte corriente o inundados en sus autos en algún paso a desnivel, como ya pasó en este temporal que ha cobrado siete vidas.
Lo peor es que esas tragedias parece que se empiezan a normalizar y a atribuir a “los estragos de lluvias atípicas” como siempre justifican los gobiernos, cuando en realidad se generan por la negligencia criminal impune en la que se ha convertido la corrupción en la planeación urbana por el tráfico de influencias para desarrollos inmobiliarios que no cumplen las normas, por la insuficiente inversión en infraestructura hidráulica y la falta de mantenimiento en la poca que existe.
Los datos así lo demuestran. No es que llueva más ni con más intensidad el motivo de estas cada vez más catastróficas inundaciones. Según mediciones de especialistas de la Universidad de Guadalajara, en 2022 hubo 60 días con lluvias mayores a cinco milímetros, y 18 de esos días se registraron 225 eventos de inundación, lo que significa 12.5 puntos de afectación cada tormenta. En lo que va de este temporal, que aún no termina, van apenas 28 días con lluvias de la misma dimensión, pero en 23 de ellas se han registrado inundaciones, con 12.8 puntos afectados cada tormenta.
Si a eso añadimos que año con año aumentan en los mapas de riesgo las zonas de inundación que ya van en 185, y que de los 46 pasos a desnivel que operan en la metrópoli 25 son de alta peligrosidad por la velocidad con la que se inundan, además que hay una excesiva urbanización fuera de norma aguas arriba que impermeabiliza y resta la capacidad de retención y filtración de agua al subsuelo, el cuadro termina de explicar el desastre.
Eso deja claramente establecido que lejos de mejorar, vamos de mal en peor, y que como sus antecesores, la actual generación de políticos y funcionarios tampoco se tomaron en serio ni dieron prioridad al tema de la gestión del agua de lluvia para plantear y desarrollar una solución a largo plazo, que seguramente se hubiera podido empezar a financiar con todos los gastos que generan los daños que se suman cada temporada de lluvias.
Es la negligencia criminal impune tamaño rotoplas.
jbarrera4r@gmail.com