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Nájera o el Estado en jaque

Renunciar al cargo sería una señal de debilidad y cómo darles gusto a los grupos delincuenciales que quieren intimidarnos como sociedad, me dijo, palabras más, palabras menos en una conversación radiofónica Luis Carlos Nájera, el martes 22 de mayo, a menos de 24 horas de haber sufrido un atentado en su contra.

Sorprendentemente Nájera ya estaba en su despacho en la Secretaría del Trabajo. Ese regreso a su oficina, al día siguiente, era la forma de expresar su deseo de continuar en el cargo y demostrar, como me dijo en esa misma entrevista “que no era la primera vez que le tocaba estar en enfrentamientos similares”, que se debía actuar con toda normalidad.

Nueve días después, el ex Fiscal no tuvo otro camino que presentar su renuncia al gobernador Aristóteles Sandoval. Él no habló. No lo ha hecho aún para explicar de voz propia su cambio de decisión. Fue el mandatario estatal el que explicó, en su presencia el jueves pasado, que luego de que investigaciones y declaraciones de los detenidos, les hacían tener certeza de que los agresores insistirían en atacar. Entonces, Nájera tomó esa determinación tras una reflexión personal y familiar. La situación no lo medró, aseguró el gobernador, sino que, dijo,  fue su clara vocación de protección a la comunidad, lo que lo hizo finalmente dejar el cargo.

Su salida coincidió con el aumento de voces que reclamaban su separación de la STyPS por el riesgo social que representaba estar convertido, más que nunca en sus más de 30 años de vida policial, en un blanco móvil luego de que sicarios del cártel Nueva Generación intentaron asesinarlo. Tras este enésimo agravio del narco, ocurrido la tarde del lunes 21 de mayo a plena luz del día en la hora de la comida en la zona de Chapultepec, también han surgido cuestionamientos a Aristóteles de los verdaderos motivos por los que se decidió, en febrero pasado, reintegrar al ex Fiscal a su gabinete como el cuarto titular de la Secretaría del Trabajo en su periodo.

Lo cierto es que la percepción de inseguridad, y el estrés que genera, seguirá ahí con o sin Nájera como Secretario del Trabajo. La escalada de los desafíos del narco, que tuvo como última expresión el Caso Nájera y como su más inocente víctima al bebé Tadeo y a su madre, que sigue debatiéndose entre la vida y la muerte, tiene en jaque a todas las autoridades del Estado Mexicano en Jalisco, cuyas estrategias de seguridad han sido ampliamente superadas por el hampa. Esa situación se acentúa como pasa siempre, en cada proceso electoral.

jbarrera4r@gmail.com

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