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Nadie es perfecto

Aunque es evidente que somos seres muy proclives a equivocarnos y cometer todo tipo de errores, hay personas que se les olvida y no soportan ni pueden perdonar los que cometemos.

Hay familiares tan estrictos con los demás, que pierden esa compasión y comprensión elemental que todos merecemos ante una clara propensión a fallar.

Son capaces de ver “la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio”. Son tan duros sus juicios y severos castigos con los demás, especialmente con la pareja, que rayan en la crueldad y la tortura emocional.

No te aceptan como eres, o mejor dicho sólo te aceptan lo bueno de ti, y los defectos y lo malo lo persiguen y tratan de un modo tóxico.

Y precisamente el verdadero amor se manifiesta ante las fallas de nuestra pareja. Es cuando más se requiere el compromiso adquirido de estar en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.

Cuándo la pareja se equivoca y hace algo incorrecto, sea lo que sea, es cuando el amor exige su rostro más comprensivo y misericordioso. Es en esos momentos cuando más toca recurrir a lo mejor de nosotros y extender nuestro perdón y abrazar con dulzura al que ha caído. De aquí también la profunda enseñanza cristiana de “con la vara que mides, serás medido”.

El que no perdona a la pareja sus errores, está invocando a que tampoco se los perdonen cuando los cometan. Y como nadie es perfecto, algún día caerás, y de la manera en que trataste a los demás, también serás tratado así. Por lo que más vale mostrar la caridad y el genuino rostro del amor que dices tener, con la pareja a la que ahora se ha tropezado y ha caído en algún error.

Cómo todos cometemos muchos errores y somos seres que aspiramos a perfeccionarnos. Entonces es un gran privilegio y gusto convivir con alguien que se le olvidan. Y en vez de juzgar y tratar de corregir a los demás con castigos, lo mejor que hace, es empezar por ser más responsable consigo mismo y tratar de la mejor forma posible a los que se equivocan y nos fallan de alguna manera.

Digamos que tu calidad humana se revela, precisamente cuanto tu pareja se equivoca. La manera en que tratas la imperfección, es el nivel del amor en el que estás. El amor perdona y deja atrás los errores, el ego se enfrasca en juzgar y castigar. Y claro, hace daño y lastima con su conducta ante los errores. Seamos más congruentes.

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