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Muy rico y todo, pero Ómicron

Si el hombre es la medida de todas las cosas, como dijo Protágoras, en lenguaje covidoso -covidero, covidongo o coviteco si lo mexicanizamos-, los contagios son la medida de esta pandemia.  

Uno puede ser un obseso de la información sobre COVID-19. Por ejemplo, conoces el significado de las siglas gringas CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades), revisas los datos y proyecciones de la Universidad Johns Hopkins, comprendes la diferencia entre defunciones por tasa y netas, y hasta tienes un amigo epidemiólogo. 

Pero hay una señal inequívoca, más convincente que cualquier gráfica, artículo tiranetas o cadena de WhatsApp. Intuyes que la cosa va mal cuando los contagios empiezan a rodearte. 

De la semana pasada a la fecha, en mi entorno directo supe de tres casos positivos al virus y seis sospechosos por contacto con infectados confirmados. Desde junio, quizá julio, no conocía de un caso positivo. Seguro no soy el único en este supuesto.  

Y vuelves a los datos. La variante Ómicron es cinco o seis veces más contagiosa que la cepa original. Por cada infectado, el virus de Wuhan contagiaba a dos o tres. Ómicron alcanza a 10 o 12. Vale. No está demás saberlo, pero noto otro fenómeno: no hemos aprendido nada. 

Relajamos las medidas sanitarias. Entramos con descaro al teatro de la higiene: como que me pongo el cubrebocas, como que me froto las manos con gel, ¿cómo que había que guardar la sana distancia? Total, a mí ya me vacunaron. 

Peor aún: hay dudas básicas que aún somos incapaces de responder. 

¿Cuándo se considera un contacto de riesgo? Cuando convives con alguien infectado en un espacio sin ventilar, a menos de un metro, sin cubrebocas y por más de 15 minutos. ¿Cuánto tiempo después de un contacto de riesgo debo hacerme la prueba? Cinco días para que se refleje. ¿En dónde saco una cita gratis para una prueba de COVID-19? En el número 33 35 40 30 01. 

En este punto, apenas distingo la primera de la cuarta o la tercera ola. Percibo un solo gran revolcón de casi dos años. Uno jamás dice: me revolcaron tres olas sino qué revolcón, casi me ahogo. No cuentas las olas en medio del meneo pandémico. 

Lo que sí cuentan son los contagios y las medidas para frenar a Ómicron. Su virulencia es mayor, su letalidad y gravedad menor, pero ¿alguien quiere comprobarlo?

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