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Mujeres profesionistas… sin divorciarse

Crecer profesionalmente suele representar éxito, mejores ingresos, más independencia y plenitud, pero si eres mujer también significa que tienes mayores posibilidades de divorciarte. Sí, en pleno siglo 21, que una mujer encabece algún proyecto, ocupe cargos de primer nivel o espacios de toma de decisiones puede costarle su matrimonio.

Así lo revela una investigación de Olle Folke y Johanna Rickne, titulada “All the Single Ladies: Job Promotions and the Durability of Marriage” (“Todas las damas solteras: promociones laborales y la durabilidad del matrimonio”), publicada en la revista American Economic Association, en el 2020. Y aunque esta se realizó en Suecia -donde la mayoría de los divorcios se finiquitan en un mes y las tareas del hogar están equitativamente divididas-, sin duda los hallazgos podrían ser un claro reflejo de lo que también se vive en México.

“Tras estudiar cómo los ascensos a puestos altos afectan a la posibilidad de un divorcio, comparando trayectorias de hombres y mujeres, se llega a la conclusión de que la promoción en las mujeres duplica las probabilidades de romper su matrimonio, algo que no ocurre en los hombres”, advierte el estudio. Este se centró en la promoción de mujeres para alcaldesas y diputadas, pero “también encontramos una brecha de género cada vez mayor en las tasas de divorcio de hombres y mujeres después de ser ascendidos a CEO” (directivos generales o ejecutivos).

El estudio está por demás interesante. Encontraron, por ejemplo, que la tasa de divorcios era menor en las parejas que crecieron o se desarrollaron de manera más igualitaria, y la mayoría de las separaciones fueron donde, al inicio de la relación, las mujeres se centraron en la carrera del marido, donde la prioridad fue el desarrollo del varón. Por el contrario, en este último supuesto, cuando el esposo es ascendido o promovido, el matrimonio no se desestabiliza. Basta con echar un vistazo alrededor para ver que se trata de un patrón de pareja muy común en nuestro país (aunque hay importantes excepciones), donde la mujer es responsable de la casa, la educación y los cuidados, mientras el marido se concentra en lo laboral y su desarrollo profesional. 

En un escenario ideal y equitativo, debería ser posible que cualquier mujer pueda tener un matrimonio o relación funcional y a la vez una carrera exitosa, tener un equilibrio entre su vida personal y familiar con su desarrollo profesional. Se trata de encontrar un equilibrio en la vida. Sin embargo, según la investigación, la mejor elección para la mujer terminó siendo renunciar a la relación, al convertirse en una gran fuente de estrés cuando ellas ascendían en su trabajo. 

¿Por qué no comenzar a pensar y aceptar que también haya hogares donde la esposa sea la principal fuente de ingresos y el marido asuma la responsabilidad principal del cuidado de los hijos e hijas? Para ello se necesitan entornos más equitativos entre géneros, donde las oportunidades laborales para las mujeres no signifiquen un quiebre o ruptura en las parejas, donde las tareas del hogar sean compartidas y deje de escucharse esa sonada frase de que “detrás de una gran mujer, siempre hay un sonado divorcio”. 

Instagram: vania.dedios

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