Ideas

Mujeres en el Cine de terror

Puede decirse que el papel tradicional de la mujer en el cine de terror se ha modificado de una manera radical a partir del año 2000; primero fueron dos películas francesas en las que encontramos esta transformación, la primera fue “Sangre Caníbal” (“Trouble every day”, 2001, Claire Denis) donde un experimento provoca la necesidad física de vivir la posesión sexual, a través de la antropofagia; en el 2002 en “Dentro de la piel” (“Dans la peau”, Marina Van) una joven ejecutiva especializada en las relaciones públicas, en pleno ascenso laboral, desarrolla una patología  proceso donde encuentra un nuevo placer al devorarse a sí misma.

Con el surgimiento de las nuevas costumbres urbanas propiciadas por el internet y los iPhone, el tema de la belleza se convierte en una de las obsesiones de nuestro tiempo, alcanzando en muchos casos niveles alucinantes. En los últimos años se han filmado distintos largometrajes donde se recrea -fusionando al terror psicológico con las leyes argumentales del suspenso- la neurosis que desata la necesidad de belleza; que además provoca violentas relaciones de rivalidad y antagonismo.

En el ciclo que se desarrolla en el Cineforo y que acompaña a la exposición “En casa con mis monstruos” se han seleccionado tres películas -a exhibir en septiembre y octubre- en las que se aprecia que estos relatos son un áspero diagnóstico sobre lo femenino. El primer caso es “El demonio Neón” (Nicolas Winding Refn, 2016) donde se plantea el irresistible ascenso de una adolescente en el mundo del modelaje y su trágico desenlace, si bien el guion fue escrito por el cineasta, contó con la colaboración de Polly Stenham y Mary Laws, destaca además la fotografía de Natasha Braier, quien logra que sus imágenes sean una expresión de un universo depredador.

Los otros dos casos son “Voraz” (“Raw”, Julia Ducournau, 2016) quizás el filme más popular de esta tendencia, donde una joven vegana se descubre, surgida durante una violenta novatada, una poderosa adicción a la carne humana. Cierra este ciclo la austriaca “Dulces sueños, mamá” (“Veronika Franz”, Severin Fiala, 2015) donde una madre que se acaba de realizar una cirugía plástica, cuyo regreso al hogar implica una ruptura en la relación con sus hijos; desatando la paranoia infantil sobre la posibilidad de que su madre fue suplantada. El anhelo de la belleza perfecta es el origen de la nueva pesadilla femenina, donde el canibalismo y la necesidad de destrucción son su complemento.

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