Ideas

Mujeres, cine e inclusión

Del 28 de agosto al 7 de septiembre se realiza el Festival de Cine de Venecia (uno de los más prestigiados) y en ese contexto que vuelve a salir el tema de la participación de directoras en las parrillas de programación. Esto está sucediendo en todos los ámbitos de la industria audiovisual internacional (no olvidemos en México la reciente creación de @YaEsHora). Bueno pues todo comenzó con la pregunta expresa de un periodista a la cineasta y presidenta del jurado Lucrecia Martel respecto a si estaría presente o no en la exhibición de “J’acusse, el oficial y el espía” de Roman Polanski. Martel señaló en declaraciones de ida y vuelta que no está en contra de que Polanski presente su trabajo, pero que ella como representante de cientos de mujeres que han sido violentadas en su país no puede aplaudir a una “persona” con acusaciones de abuso. Es decir, va a ver cine pero no celebra abusadores.

Después de esto se abordó el tema de la inclusión de las mujeres directoras en el Festival de Venecia a través de una cuota de género. Este año solamente participan dos mujeres en la competencia oficial: Haiffa Al Mansour y Shannon Murphy. Al inicio los argumentos de “cuota de género” en todas las plataformas donde se ha propuesto me parecían dislocados.¿Es justo meter a competencia una película sólo porque se es mujer? Pregunta.

Lucrecia Martel sigue señalando que no le parece lo mejor pero que por algún lugar se tiene que empezar. Y… tiene razón. Tenemos que empezar por algún lado y aquí replico info de ambulante.org sobre “El Instituto Sueco del Cine” -la organización principal de financiamiento en ese país-, que tiene al frente a Anna Serner, quien investigó: “Por qué las mujeres no tienen éxito en el cine” y se puso a destruir paradigmas y argumentos añejos como que no había buen nivel en las cineastas, pues hizo una plataforma web y presentó a mujeres altamente competentes, luego -se decía- que las chicas no llegaban a hacer una segunda película, lo cual es verdad. El tercer argumento fue que “hay más chicos que quieren ser directores”. Ajá, destacó, no es que nosotras no queramos, es que la realidad a la que nos enfrentamos ES OTRA en comparación con los hombres.

Entonces Serner llegó a las escuelas suecas y a través de asesorías, talleres y capacitaciones en “estructuras sociales y equidad de género” comenzó a trabajar en “estimular la conciencia”.

A la industria no le importa cuántas mujeres hay, sino la calidad, se dice. Sí, claro dijo Serner, pero “la meritocracia perfecta contempla a los hombres blancos heterosexuales como mejores directores” porque también, “las personas no están acostumbradas a cómo las mujeres cuentan la historia”. Eureka.

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