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“Muerto” el Rey, ¿Viva la Reina?

Cuando la historia, el protocolo y el sentido común dicen que en la toma de posesión de la presidencia quien asume la posición es el centro de atracción y quién sale pasa a un segundo plano -y en algunos casos hasta pasa prácticamente desapercibido-, ayer la historia fue diferente. En la ceremonia en el Congreso fue Andrés Manuel López Obrador quien concentró la atención, aprovechando que Claudia se dio a desear llegando tarde. Cuando estaba programado que la nueva mandataria llegaría a las 10:50 y que en punto de las 11 de la mañana iniciara el ceremonial con la imposición de la banda presidencial, fue hasta las 11:28 cuando la nueva presidenta estaba tomando protesta.

El retraso dio pie a que la mayoría morenista en el Congreso se volcara en vítores para el exmandatario ante el silencio de la oposición y la descomposición del orden tradicional en el recinto oficial ante la presencia de decenas de invitados extranjeros. Lo conveniente hubiera sido haber dejado al expresidente en un salón aledaño y esperar la llegada de Sheinbaum para coordinar el ingreso coordinado al Congreso. Y ya durante el discurso de la presidenta, su contenido fue dedicado a “ensalzar” la obra de su antecesor, con un mensaje sin ideas propias, lleno de reconocimiento a los “logros” y filosofía de AMLO, quien ladinamente escuchaba y sonreía a ratos cuando la bancada oficialista festejaba las alabanzas.

Claudia Sheinbaum terminó su discurso con tres arengas de “Viva México” y la legión morenista en el recinto contestó con un repetido “Es un honor estar con Obrador”, lo que parecía un contrasentido y un mensaje muy claro. El grito que se hubiera esperado en ese momento era el de “Presidenta… ”, pero queda claro que Claudia es la figura que está en el “trono”, pero es Andrés Manuel quien está en el ánimo y en el espíritu del movimiento. Y posiblemente algo muy significativo, de “quién rinde a quién”, cuando la nueva presidenta terminó el mensaje y después de un minuto de agradecer los aplausos, fue ella quien se alejó del atril donde leyó, para dirigirse en donde López Obrador estaba ubicado para extenderle la mano, darle un abrazo y un beso, cuando la lógica, la cortesía y la jerarquía,  correspondía al ex presidente el haberse dirigido hacia ella. La “fiesta” parecía para él y no precisamente para ella. 

Y el discurso de Claudia Sheinbaum habló de la “transformación” provocada por quien hoy ya está en el “retiro”, cuando en realidad -en el sentido figurado- la verdadera transformación política para México es a partir de ayer, cuando una mujer ocupa por primera vez en la historia la oficina principal de Palacio Nacional. Sin embargo, por lo observado ayer, no creo que podamos decir muy convencidos: Muerto el rey, ¿viva la reina? ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net

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