Muchos recordaron al tío Tolito, que en gloria esté
Pues cómo ven que con el artículo de la semana pasada algunos lectores recordaron al tío, que hace años goza de la paz de los difuntos, sin poderlo visitar porque la tía y sus hijas -“las chicas”, como él se refería a ellas, a pesar de que ya no se cocían al primer ni al segundo hervor- fueron a tirar sus restos a La Yerbabuena, cerca de Tapalpa, en lo que por cierto fue una melopea de carácter reservado, con aquel maravilloso ponche que con un barranca se hacía en el Salto del Nogal, que elaboraba don Cecilio Vielma, quien también ya se adelantó, propietario de una cantina memorable en dicha población, donde además de su amena charla, indispensable en todo buen cantinero, daba de botana cacahuates con cascara, para el ruido de uña.
Bueno, entre los que me acusaron injustamente de olvidar a Tolito, uno me dijo que yo me hacía como Conan Doyle, que mató a Sherlock Holmes y tuvo que revivirlo, lo que es falso, ya que mi tío no era un personaje creado por mí, sino que era una persona real, si se quiere con muchas singularidades, que por describirlas me ha causado muchos problemas familiares, ya que la mayoría de parientes quisiera que sus actividades no tuvieran luz pública.
Como la vez que en un velorio, los jóvenes no sabrán que es eso, pero antes se acompañaba al muerto y a su familia y pa’ aguantar la desvelada se ingerían café y té con carga de alguna bebida alcohólica, por lo que un día el tío -como era su costumbre- se embriagó como al tercer nivel del sistema Richards de medición, o sea, bien persa, y al rato andaba apostando a que podía brincar el féretro a lo ancho, habiendo fallado al hacerlo y consecuentemente tiró el cadáver, y la tía Meme lo tuvo que sacar de ahí, avergonzada.
Otra vez, en un rancho que tenía mi abuelo en una zona sin ningún control ni civil ni eclesiástico, en que el modo natural de morirse era a machetazos, pero tenían la costumbre de velar al muerto con banda de música, con la particularidad de que si al dueño del muerto se le acababa el efectivo para pagar a los filarmónicos, y alguien de las visitas quería seguirla y tenía con queso para pagar la banda, pos se llevaba al muerto y a la banda a su casa para seguir el velorio, pues Tolito varias veces tomó la banda y prestado el muerto para seguirla, lo que provocó que en varias ocasiones fuera a dar a la cárcel de Acaponeta por no traer dinero. Cómo quiere usted que se sintieran de avergonzadas la tía Meme y las chicas, que como grupo se sentían más cercanas a las familias reales que quedan por ahí, que a la gente con la que el tío convivía y conbebía.
@enrigue_zuloaga