Morena y el viejo PRI
El triunfo del actual partido gobernante, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en cuatro de las seis elecciones por la gubernatura en disputa y la derrota de la alianza opositora, especialmente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sido leído como el trasvase casi automático de las formas, prácticas y hábitos del viejo partido tricolor al partido guinda.
Con los estados que ganó el pasado 5 de junio (Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo) el partido del Presidente Andrés Manuel López Obrador gobernará en 22 de las 32 entidades federativas, mientras que Acción Nacional mantiene cinco gubernaturas, el PRI apenas dos, Movimiento Ciudadano también dos (Jalisco y Nuevo León), mientras que el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) gobierna un estado (San Luis Potosí).
Tener la Presidencia de la república, la mayoría simple tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores y ahora el Gobierno en 22 de las 32 entidades federativas hace a Morena el nuevo partido hegemónico de México.
Algunos opinadores y columnistas sugieren que prácticamente Morena es la versión siglo XXI del viejo PRI, el partido hegemónico que tuvo un control casi monopólico del poder público en México desde la segunda década del siglo XX.
Abonan a esta idea el hecho de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene un poder centralizado que no tuvieron o no pudieron ejercer presidentes anteriores; algunas prácticas políticas internas como la elección de candidatos no mediante asambleas o convenciones sino mediante destapes a través de encuestas, lo que permite mayor injerencia de las élites partidistas; las afiliaciones partidistas mediante el uso de padrones de beneficiarios de programas sociales; la movilización de votantes durante las jornadas electorales, son algunas de las prácticas políticas que empiezan a hacerse predominantes en Morena. Y para muchos esto lo convierte en el nuevo PRI que dominó a lo largo del siglo XX.
Pero si bien hay similitud en algunas prácticas políticas, también hay diferencias. La primera es el origen de la organización. El viejo PRI nació el 4 de marzo de 1929 como Partido Nacional Revolucionario (PRI) por la confluencia de facciones de poder de las elites que se adueñaron del triunfo de la Revolución Mexicana. El artífice fue Plutarco Elías Calles, un caudillo que pretendió ejerce el poder más allá de las facultades que concede la Constitución. Calles fue derrotado y exilado por el Presidente Lázaro Cárdenas que transformó el PNR en el Partido de la Revolución Democrática (PRM) en 1938 y estableció la regla no escrita de que los presidentes ejercían un poder casi monárquico en su sexenio, pero terminado su periodo dejaban de intervenir en los asuntos partidarios. Posteriormente, en 1946 bajo el Gobierno de Manuel Ávila Camacho, nació el PRI como un partido corporativista con el control de las organizaciones de trabajadores, campesinos, maestros, comerciantes, clases medias, y profesionistas mediante sectores partidistas que cambiaban votos por puestos y control político.
Morena tuvo un origen muy distinto. Nace de la ruptura de López Obrador con la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y en una trayectoria meteórica se constituyó como asociación civil en octubre de 2011, en noviembre de 2012 se constituye como partido y el 9 de julio de 2014 el Instituto Federal Electoral (IFE) lo avala como partido político nacional. Cuatro años más tarde gana la presidencia de la república, y a ocho años de su constitución gobierna 22 estados de la República.
A pesar de esa diferencia de origen se insiste en que Morena es el nuevo PRI, cuando en realidad las prácticas con las que se asocian al tricolor: toma de decisiones cupulares o unipersonales, uso de recursos públicos para asuntos partidistas, afiliaciones masivas, acarreos, y movilizaciones electorales masivas son en realidad prácticas políticas comunes en todo los partidos en el poder.
Esas mismas prácticas fueron la norma en los asuntos del PRD, especialmente en la Ciudad de México. El PAN, el partido que combatió al PRI durante décadas modificó sus antiguas prácticas democráticas internas con movilización y compra de votantes, como ocurrió en la contienda interna por la candidatura presidencial en 2005, cuando cuadros panistas de Jalisco operaban (con muchos recursos) a favor de Felipe Calderón por todo el país. En la elección de 2006 el PAN regalaba tinacos y materiales de construcción a cambio de votos, en varios puntos el estado.
Y las prácticas que ahora se asocian a Morena y antes al PRI, son las formas habituales de hacer política de Movimiento Ciudadano en Jalisco.
Si esto es así, en realidad todos los partidos reproducen las prácticas políticas que han criticado antes en el PRI, y esto así porque para tratar de llegar al poder o permanecer en él, dejan de lado el ideal teórico de los partidos como entidades de interés público para convertirse en lo que son realmente los partidos en el sistema de dominación que llaman democracia representativa: maquinarias electorales para tomar y controlar el poder. El politólogo italiano Angelo Penebianco lo define así: “Los partidos desarrollan políticas para ganar elecciones; no ganan elecciones para desarrollar una política”.