Mitos urbanos del tapatío (y una verdad)
Ahora que Guadalajara festeja sus 480 años, quiero celebrarla con una recopilación de algunos mitos y una verdad sobre lo tapatío. No hay otro criterio de selección que el mero gusto por compartir.
Este mito urbano sí me sorprendió. Dice Luis (tapatío y dealer de arte) que en Plaza Guadalajara, en la punta de la fuente ubicada frente a Catedral, está representada la Perla Tapatía. Acudí al lugar para verificar la fuente de este mito. Se trata, indudablemente, de una esfera con apariencia de perla, montada sobre un asta y custodiada por la figura de dos leones. De la fuente, no tengo duda, mide unos 15 metros de diámetro.
Otro mito. Como toda ciudad en su mayoría de edad, la nuestra tiene sus «cicatrices» y una de ellas es la Calzada Independencia, un límite geográfico imaginario que segrega a los tapatíos de la Calzada para allá y de la Calzada para acá.
Desde su fundación, la ciudad creció con dos poblaciones, una al Oriente del Río San Juan de Dios, conformada mayormente por indígenas, y otra al Poniente, habitada por familias de origen criollo. Esta división se ha mantenido históricamente en una aplicación desigual de inversión y políticas públicas en ambos lados de la urbe.
No creo que los tapatíos seamos más o menos clasistas que el mexicano promedio. Lo que sí creo es que tenemos una historia y un río para justificarlo.
Este no sé si sea mito, leyenda o milagro tapatío, pero la superioridad moral y crujiente del birote (una vez me lastimé el paladar) sobre la desganada telera chilanga debe ser motivo de orgullo tapatío cuando perdamos los clásicos contra el América.
Reza la leyenda que el birote fue traído de Francia por un cocinero del emperador Maximiliano. En Guadalajara, gracias a su condición climática, el birote alcanzó la perfección. Dicen que el término birote proviene del apellido Birrot, familia de panaderos franceses en Avenida Vallarta. «Vamos por un Birrot», decían nuestros antepasados» Otra versión apunta al militar y orfebre de la masa Camille Pirotte, de las huestes imperiales, que regalaba pan. Cuánta cosa inventamos. Dice una amiga, con razón, que al comer birote salado celebramos la intervención francesa.
Busqué el origen de la palabra Guanatos. Encontré un par de explicaciones míticas. Se trata de la combinación Guadalajara y «nacido en». Otra dice que los músicos de la banda Toncho Pilatos (una novia punk me los presentó en los noventa) bautizaron así a la ciudad durante sus conciertos en el Oriente en los años sesenta. Ninguna explicación me convenció.
Después de varios mitos urbanos, pocos aquí pero innumerables, cierro con un servicio social y verdad sobre lo tapatío. Cuando un oriundo de estas tierras te dice: «Hay que vernos, nos ponemos de acuerdo» significa en realidad: «Me gustaría verte, pero eso nunca va a ocurrir». Fuereños, tomen nota.
Feliz aniversario, Guanatos.