Mises en México—Parte 1: el comercio es la paz
“Evil men will always exist; however, it is important to create an economic order in which their power to do harm is reduced to a minimum,” Ludwig von Mises
En 1942, Ludwig von Mises publicó en la revista mexicana “Cuadernos Americanos” un artículo visionario cuyas lecciones, desafortunadamente, la mayoría de los gobernantes hoy ignoran.
En plena Segunda Guerra Mundial, el mundo fue testigo del máximo poder de destrucción del que es capaz el ser humano. En su ensayo mexicano, Mises externó su deseo de que “algún día, esta terrible guerra finalice y la gente pueda dedicarse, una vez más, a las tareas propias de la paz. Entonces la producción de armas y otros instrumentos criminales, será sustituida por bienes propios para el consumo de los hombres, las mujeres y los niños”.
En este texto, Mises explica que la principal razón de este terrible conflicto fue el nacionalismo económico practicado con gran entusiasmo por los gobiernos de varias naciones durante los 30’s, como una falsa solución a la Gran Depresión que detonó el crack bursátil de 1929.
En esa década, muchos gobiernos consideraron que los intereses de sus respectivas naciones serían promovidos al realizar todas o alguna de las siguientes políticas: (1) prohibir la importación de productos del extranjero, (2) restringir la inmigración o (3) expropiar, total o parcialmente, el capital de las comunidades provenientes del exterior. Desafortunadamente, México no fue la excepción.
Al final todo esto resultó ser un gran fraude. Para empezar, Mises nos recuerda que las restricciones al comercio internacional eventualmente causan un deterioro en la productividad laboral y, por lo tanto, en las condiciones de vida de la población. Además, debemos subrayar de manera enfática que todo el comercio se realiza entre individuos, personas que escogen libremente lo que les conviene y cualquier interferencia por parte de los gobiernos, es un atentado en contra de la libertad individual.
Este irracional antagonismo económico gradualmente empujó al mundo a la Segunda Guerra Mundial, porque las restricciones al comercio eliminaron el incentivo para cooperar que naturalmente observan las naciones y los individuos que comercian entre ellos. Además, cuando se propaga a través del mundo este pensamiento falaz, los países industrializados no puedan exportar sus productos de valor agregado, lo que a su vez evita su acceso a las divisas necesarias para adquirir las materias primas que se requieren. Esto “obliga” a esas naciones a invadir militarmente a países que cuentan con esos recursos básicos y que, al carecer de una base industrial, serán incapaces de defenderse.
En un mundo donde impera el proteccionismo, cualquier nación pequeña pero rica en recursos naturales está expuesta a un grave peligro de invasión y los países industrializados buscarán “armarse hasta los dientes” para asegurar “su derecho natural” a los insumos básicos de producción.
En contraste, en un mundo donde prevalece el libre comercio, las materias primas se podrán adquirir libremente en los mercados internacionales, lo que elimina la necesidad de utilizar la fuerza militar para conseguirlas. Por ello, como ciudadanos tenemos un deber moral de denunciar el proteccionismo y el nacionalismo económico en todas sus formas.
Hace unos meses, en el foro Álamos Alliance, Deirdre McCloskey comentó que “la gente piensa que la economía es un juego de suma cero, si tú mejoras yo empeoro”. El populismo incorpora esta forma de pensar. Los populistas, que no entienden cómo funciona la economía, toman medidas que siempre tienen resultados opuestos a lo que ofrecen.
No obstante, McCloskey considera que, “el liberalismo es lo opuesto al populismo. Llevó a la innovación y a una ampliación dramática de la economía y a la reducción de la pobreza. (…) En lugar de una política basada en la envidia, que es el instrumento básico del populismo, hemos empezado a admirar los avances. Éste es el resultado de las sociedades libres.”
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, las naciones europeas entendieron la lección y en 1957 firmaron los Tratados de Roma, con los que se constituyó el precursor de lo que hoy es la Unión Europea y que propició una ola a favor del libre comercio.
Actualmente, los expertos consideran que los conflictos entre la India y Paquistán o entre China y Japón o China y Taiwán, se resolverán en la medida en que estas naciones aten su bienestar a través del libre comercio. En Europa es bastante claro que mantener la paz en Irlanda del Norte requiere un libre flujo de bienes y personas en su frontera con la República de Irlanda.
No obstante, en pleno Siglo XXI vemos que las lecciones de la Segunda Guerra Mundial fueron olvidadas por muchos políticos populistas, a la izquierda y derecha del espectro. Ellos impulsan alguna combinación de las tres políticas que llevaron al mundo a la guerra. Olvidan que el comercio es la paz.