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Michel Platini, algo murió en su interior

“El futbol recibe, incluye e integra. No discrimina a nadie ni persigue a nadie. Es un motor del progreso de la sociedad. Eso es lo que creo y lo que represento”, Michel Platini en un discurso el 10 de septiembre de 2014 como presidente de la UEFA.

Mientras 39 aficionados que encontraron la muerte en las gradas de Heysel, en Bruselas, y cuando sus cuerpos eran velados y llorados en los alrededores del estadio, el astro francés Michel Platini cobró el tiro penal con el que su club, Juventus, conquistó la Copa de Europa de 1985 ante Liverpool.

“Algo murió en mi interior”, declaró Platini en el vestidor al final del juego, y tiempo después consideró aquella tragedia como una “muerte personal”. Tal vez aquella experiencia lo motivó a querer cambiar la podredumbre del sistema que rige al balompié actual como directivo, pero la corrupción y los entretelones del poder pudieron pesar más que sus buenas intenciones.

Quien fuera presidente de la UEFA entre 2007 y 2016 fue requerido por la justicia francesa para declarar sobre presuntos actos de corrupción que incurrió a cambio de respaldar a Qatar para darle el Mundial de futbol de 2022. Se señala una reunión que tuvo en 2010 con Nikolas Sarkozy, entonces presidente de Francia, y el emir de Qatar, donde también se facilitó la futura compra del París Saint-Germain por el fondo Qatar Sports Investments, el mismo que ha contratado a figuras como Zlatan Ibrahimovic y Neymar.

Aunque los sobornos parecen ser clave para elegir sedes mundialistas pese a su inmoralidad, como los relojes de lujo de Guillermo Cañedo para organizar el Mundial de 1986 en México, Qatar 2022 fue especialmente llamativo por varias razones: los problemas de clima y conflictos sociales de la nación petrolera, y la forma en cómo la corrupción y los intereses por llevar el Mundial a Qatar derivaron en la peor crisis de la FIFA en su historia.

El caso de Platini es singularmente dramático no sólo por su pasado como futbolista -el equivalente de nuestros padres a Zinedine Zidane para los millenialls y tal vez Kylian Mbappé para la generación Z-, sino porque alcanzó el poder vendiendo una imagen de directivo revolucionario.

Recordemos que el francés le arrebató la presidencia de la UEFA al sueco Lennart Johansson, quien llevaba 12 años en el cargo, esgrimiendo la necesidad de proteger el futbol de los países con menor nivel competitivo y de hacer un balompié más inclusivo. Prueba de ello fue la ampliación de la Eurocopa de 16 a 24 Selecciones, o la instalación en 2014 del Fair Play financiero que, en el papel, obliga a los clubes europeos a no gastar más de lo que ingresan.

Sin embargo, Platini no pudo quitarse de encima su amistad temprana con Joseph Blatter, el ex-presidente de la FIFA cuya imagen está totalmente percudida por la corrupción, y aunque intentó presidir el máximo organismo mundial para tumbar a Blatter, fue inhabilitado a finales de 2015 por cuatro años sin ejercer cargo directivo alguno por recibir un pago irregular de dos millones de dólares de la FIFA tiempo atrás.

Desde París, la leyenda francesa aseguró en una entrevista para The New York Times que volverá y limpiará su nombre cuando termine su castigo en octubre. Sin embargo, aceptó que se disfrazaba para no ser reconocido en la calle y tiempo atrás admitió el amaño del sorteo de grupos del Mundial de Francia 1998 con el objetivo de no enfrentar a Francia y Brasil hasta la Final -como sucedió-, siendo Platini presidente del Comité Organizador del Mundial.

Se compruebe o no que Platini efectivamente vendió su voto a Qatar, la realidad es que el francés vive otra “muerte personal” en estos momentos. Mientras tanto, en la próxima sede del Mundial, los inmigrantes filipinos, nepaleses o indios dan literalmente su vida por poner a punto los estadios, y los sobrevivientes trabajan en condiciones de semi-esclavitud y les retienen sus salarios, de acuerdo con denuncias de Amnistía Internacional (AI). Para mil 426 migrantes de Nepal y 761 indios que han muerto entre 2009 y 2019, el Mundial representó su Heysel particular, según el periodista Benjamin Best y su investigación “Trapped in Qatar”.

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