México inconcluso
Después de más de dos siglos de independencia, nuestro país sigue inconcluso, los gobernantes que han pasado por la Presidencia de la República han tomado medidas paliativas para dar un cierto orden al caos, pero salvo honrosas excepciones sus intenciones ocultas o manifiestas han sido perpetuar los privilegios del grupo político que los llevó al poder. México continúa siendo un país inconcluso.
La economía del país no va bien, las medidas que ha tomado el Gobierno no son más que paliativos de resultados dudosos, los problema básicos siguen siendo los mismos, cada gobernante que llega al poder sólo toma decisiones que aplazan los problemas, los frenan o los resuelven parcialmente, ninguno llega a resolverlos a fondo, en algunos casos quedan las cosas peor que como estaban.
Los planes y programas son inoportunos y a veces inconvenientes, en vez de ser acordes con la realidad nacional, centrados, ubicados en el entorno económico en concordancia con el momento histórico y en concierto con el contorno internacional. La protección de los intereses grupales se antepone al interés colectivo. No hay congruencia en las medidas que se toman; como por ejemplo: la Comisión Federal de Electricidad, que para financiar su cuantioso déficit aumenta constantemente las tarifas y utiliza subterfugios como el del subsidio, en vez de corregir sus deficiencias de operación; las fugas por tomas clandestinas que, según afirman sus propios directivos, ascienden al 50% de la generación total de fluido eléctrico. Agréguese a esto el sistema de toma de lecturas y cobranza que son obsoletos, imprácticos y anacrónicos, habiendo ahora tecnología de punta que puede solucionar el problema de liquidez a base de compra de energía pre pagada, como las tarjetas telefónicas. Ni que hablar de la eficiencia en la administración de personal.
Así como los enfermos crónicos, con padecimientos no mortales como artritis, diabetes o sinusitis, se acostumbran a sobrellevar sus achaques, los mexicanos ya nos acostumbramos a las crisis recurrentes y hemos aprendido a soportar los problemas financieros cíclicos que nos laceran reduciendo nuestros ahorros o empobreciéndonos aún más. Nuestros últimos gobiernos se han limitado a tomar medidas paliativas para que no se les deshaga el país entre las manos, tratan de infundirnos ánimos, sus mensajes son optimistas.
En México la palabra es una mercancía muy barata, podemos decir una cosa en un momento y lo opuesto en otro. Evocando a una cómica de televisión: “como digo una cosa, digo otra cosa, porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Siempre queda la salida de que las palabras fueron mal interpretadas, se hará una nueva declaración creando confusión y entredichos. Los mexicanos ya estamos acostumbrados a que se nos mienta, vivimos inmersos en una estructura del engaño y la mentira. La capacidad de asombro y de reacción está anestesiada. Uno de los problema principales es la falta de penalidades a los funcionarios que violan normas elementales de conducta pública, no digamos privada como en Estados Unidos-¡Vamos, ni siquiera asumimos las conductas de condena social contra los funcionarios mentirosos, corruptos o incompetentes!
México sigue siendo un país inconcluso.
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