México en crisis
Cuando oímos o leemos que México está en crisis, lo primero que se nos viene a la mente es la pregunta, ¿y cuándo no? Por lo menos en los últimos cincuenta años ese ha sido un lugar común.
Pero si comparamos la situación actual con los fines de sexenio de Echeverría y López Portillo, o con el inicio de Zedillo, esas sí que fueron crisis que no se comparan para nada con el México de este momento.
Al concluir el sexenio de Luis Echeverría, la deuda externa había pasado de cuatro mil a treinta mil millones de dólares, la inflación era de 15.78%, mientras que para 1982, al terminar el periodo de López Portillo, esa inflación andaba por el 58.92%. El precio del dólar con Echeverría pasó de 12.50 pesos a 33.42, con López Portillo andaba ya por los 117 pesos, y con el presidente Miguel de la Madrid, un dólar llegó a costar dos mil 290 pesos, actualmente el dólar anda en 17.35, hablar pues de que hoy México está en crisis, destruido y al borde del abismo es desconocer por completo la historia reciente del país, y limitarse a ver los datos del presente sin compararlos con los del pasado.
Pero si nos vamos a indicadores más recientes, en lo que mira, por ejemplo, a la deuda externa, en el periodo de Enrique Peña Nieto el crecimiento fue de 46%, frente al 9% del actual Gobierno. En este año la inflación en México anda en torno a 5%, en Alemania es del 4.42, mientras que la Argentina de Miley tiene en 2024 la inflación más alta del mundo, por encima de Venezuela.
Cuando López Portillo nacionalizó los bancos, éstos al verse descapitalizados alzaron por las nubes las tasas de interés, y medio mundo vendió lo que pudo para meter el dinero al banco y así aprovechar dichas tasas, a los pocos meses el valor del peso se desplomó y medio mundo se quedó en la calle textualmente, esa sí que fue crisis, y es extraño que tanta gente que la vivió ya la haya olvidado.
Y aunque lo seguimos pagando, también ya se olvidó el FOBAPROA, un fondo creado por el Gobierno que le llevó a comprar en 1995 la deuda privada de los bancos por 552 mil 300 millones de pesos, que pasaron a ser deuda pública, es decir, lo que debían unos, lo acabamos pagando todos hasta la fecha, por decisión de los gobiernos de Salinas y Zedillo.
Por supuesto que el flamante INE, en los anteriores sexenios no sólo se tocó una y otra vez, sino que acabó siendo una cueva de todos los partidos, sin que nadie en ese momento protestara diciendo que el “INE no se toca”. Recordemos que la idea original era que este importante instituto lo conformaran los ciudadanos, no los partidos.
Durante el catastrófico sexenio de Echeverría, con toda razón el empresariado de Monterrey se quejó por todo lo alto, les habían secuestrado y asesinado a uno de los líderes económicos más importantes del momento, don Eugenio Garza Sada, crimen que hasta la fecha sigue impune como la de muchos otros hombres de empresa de aquellos años, ¿tan pronto lo olvidaron?
Estas observaciones no significan que en el presente sexenio no se hayan cometido graves errores, que la desigualdad se mantenga, que la pobreza apenas si se ha superado un mínimo, que la corrupción siga galopante, y la estrategia de seguridad se haya convertido en el mayor y más trágico fracaso del Presidente Andrés Manuel, pero de eso, a que México esté en una espantosa crisis, en ruinas y al borde del abismo, hay su distancia y esa distancia se llama objetividad.