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México ante la disputa entre Estados Unidos y China

Estados Unidos (EU) está cambiando profundamente su relación con China. Los tiempos de la amistad profunda impulsados desde la era de Nixon y Kissinger han llegado a su fin.

Los hechos avanzan en EU: el miércoles pasado se anunciaron restricciones a la inversión china, fue arrestado un agente de inteligencia chino y puesto en manos de la justicia acusado de robar secretos industriales, y se establecieron restricciones para la exportación e tecnología nuclear a China, esto en medio de reportes de prensa que refieren acciones de espionaje a grandes empresas y al Gobierno por parte de empresas y el Gobierno chino, mediante artilugios tecnológicos en las empresas del Valle del Silicio en California.

Para dar paso a las palabras del vicepresidente quién dijo “hay un nuevo enfoque con China” y “Este presidente no va a dar marcha atrás”. Estos son signos de nuevos tiempos que seguramente se manifestarán en el encuentro entre Trump Y Xi Jinping planeado para noviembre próximo en un encuentro del grupo de los 20 (G-20) en Argentina. Donde, por cierto, se planea firmar el nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá.

La estrategia de la administración Trump parece apuntar a un endurecimiento y una confrontación en varios frentes: Corea del Norte, asuntos comerciales, defensa militar y desarrollo tecnológico. Los chinos con su tradicional filosofía enfocada a las ventajas psicológicas y evitar los conflictos directos, parecen sorprendidos, en parte porque saben que una especie de guerra fría ahora mismo no sirve a sus intereses.

Pero no hay que olvidar las reflexiones de Henry Kinssinger al referirse a China y su estrategia: “Cuando los estrategas occidentales reflexionan sobre los medios para reunir un poder superior en el punto decisivo, Sun Tzu aborda los medios para construir una posición política y psicológica dominante, de modo que el resultado de un conflicto se convierta en una conclusión inevitable. Los estrategas occidentales prueban sus máximas mediante victorias en batallas; Sun Tzu prueba por victorias donde las batallas se han vuelto innecesarias”.

La política impulsada por Nixon en 1979 para acercarse a China y lograr su apertura se denominó el compromiso constructivo, y desde entonces China comenzó a consolidarse como potencia al grado que hoy es sin duda quién puede diputar el liderazgo a los Estados Unidos. Quizá por eso el nuevo enfoque que a la fecha lleva varios incidentes también en el ámbito militar como las sanciones a China por adquirir aviones rusos y la respuesta evitando la llegada de buques armados norteamericanos a puertos chinos.

Ante eso México debe estar muy atento porque el escenario puede cambiar rápidamente para bien y para mal. Por una parte las tensiones comerciales e industriales pueden abrir oportunidades para atraer operaciones a nuestro país y provocar un crecimiento económico, pero por otro lado, una tensión mayor puede transformar el ambiente económico global y traen enormes presiones financieras si las tases de interés siguen al alza y se consolida la tendencia de retiro de capitales de los países emergentes.

Es oportuno citar las palabras del mismo Kissinger al referirse a la construcción de un nuevo orden que incluyera a China: “El orden que hoy está surgiendo deberán edificarlo estadistas que representan culturas sumamente distintas, que administran enormes burocracias de tal complejidad que, a menudo, la energía de estos estadistas se gasta más atendiendo a la maquinaria administrativa que definiendo un propósito. Estos estadistas han llegado a la cumbre del poder gracias a unas cualidades que no siempre son las necesarias para gobernar y aún son menos apropiadas para edificar un orden internacional”.

Nuestro país asumirá, con el nuevo escenario, probablemente posiciones mucho más pragmáticas para consolidar nuestros intereses. No hay que olvidar que precisamente China vende más de 60 mil millones de dólares a México y nosotros apenas si llegamos a cinco mil. Además de las complicaciones derivadas del contrabando y el tráfico de substancias prohibidas. Sin olvidar los fracasos de los intentos por consolidar inversiones chinas en infraestructura, como el tren México Querétaro, abortado hace cinco años.

La oportunidad que se abriría si las tensiones aumentan tiene el desafío de hacer crecer la relación con China en condiciones de mayor equilibrio y atraer hacia México inversiones productivas que inercialmente estarían planeadas para ir a Asia.

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