México, Estados Unidos y China
Las dos mayores economías del mundo compiten por la hegemonía tecnológica, militar y geopolítica, basándose en visiones y estructuras sociales y políticas radicalmente opuestas. China, una autocracia con decisiones estratégicas concentradas en pocas manos y menores libertades para su población, ha intensificado esta disputa bajo el liderazgo de Xi Jinping. Su objetivo es colocar a China en el centro geoestratégico mundial, utilizando sus crecientes capacidades económicas, militares y financieras.
Estados Unidos, desde la época de Nixon y Kissinger, abrió su economía para beneficiarse de la externalización a China, esperando un saldo positivo al ofrecer bienes de bajo coste a los consumidores y liberar a las empresas para invertir en sectores innovadores. Sin embargo, esta estrategia está llegando a su fin con barreras cada vez mayores para la importación de productos chinos. Donald Trump inició los aranceles, y Joe Biden ha continuado con medidas similares para proteger a las empresas norteamericanas.
China ha dejado de ser el principal socio comercial de Estados Unidos, y su comercio decrece sostenidamente. Pekín ha buscado nuevos aliados estratégicos en Rusia e India en su disputa con Occidente, diversificando así sus relaciones comerciales y fortaleciendo su posición en la arena global.
México exporta hacia sus vecinos del norte más de 475 mil millones de dólares anuales, lo que significa, en números redondos, un millón de dólares por minuto. Esto ha sido posible gracias a un proceso de apertura económica y de apuesta hacia el sector exportador que inició en los años 90 del siglo pasado. Sin embargo, las condiciones actuales son distintas. Los incentivos geoestratégicos están impulsando la manufactura de exportación en México. Ante la imposibilidad de revertir a corto plazo las políticas que restringen su comercio, China ha decidido invertir en México para, desde aquí, exportar hacia el Norte. Estos anuncios de inversiones chinas han encendido las alarmas en Washington y seguramente se convertirán en uno de los temas más importantes de la relación bilateral en los próximos meses y años.
China vende a México más de 100 mil millones de dólares anuales, mientras que nuestras exportaciones apenas alcanzan los 7 mil millones, creando un enorme déficit comercial. En este contexto, seguiremos presionados para fomentar la creación de contenido regional según el Tratado de Libre Comercio, sin favorecer a los chinos. Por ello, vemos una rápida incursión de productos chinos en nuestro mercado.
La transformación económica impulsada por la tecnología, como la inteligencia artificial y la generación de energía, exige que México se adapte rápidamente. Aunque no lideramos estas áreas, debemos adoptar herramientas inteligentes que potenciarán la productividad en múltiples sectores económicos. Ciudades como Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México tienen las condiciones para escalar actividades económicas hacia sectores más sofisticados.
México debe facilitar la llegada y uso de tecnologías avanzadas para mantener su competitividad como proveedor de calidad para Estados Unidos y Canadá. Es vital estimular inversiones en sectores estratégicos utilizando estos avances tecnológicos, como en el sector aeroespacial. La integración económica de Norteamérica se profundiza y exige decisiones audaces para aprovechar las tendencias de cambio actuales.
La situación actual de México puede compararse con la transformación que vivió Corea del Sur en la segunda mitad del siglo XX. Corea del Sur, enfrentando un entorno geopolítico desafiante y partiendo de una base económica limitada, decidió apostar fuertemente por la educación, la tecnología y la apertura económica. Esta estrategia convirtió al país en una potencia tecnológica y económica en pocas décadas. Al igual que Corea del Sur, México tiene la oportunidad de transformarse adoptando nuevas tecnologías e integrándose más profundamente en la economía global. Al igual que Corea, debemos ser proactivos, atrayendo inversiones y fortaleciendo nuestras capacidades tecnológicas para asegurar un crecimiento sostenible y competitivo.
El futuro nos presenta una oportunidad única. Las autoridades deben actuar en consecuencia y ser proactivas mediante acciones que nos permitan tener más voz en estos temas con las autoridades estadounidenses y canadienses. Esta es una prioridad real para el futuro del país, un tema del que se habla poco pero que importa muchísimo.
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