Ideas

Mercado de piernas político

Si el mercado de piernas, como se le conoce al draft de jugadores de futbol, nos parece denigrante, el de piernas de político raya ya en lo patético.

Armando Ríos Piter, que por momentos pareció un contendiente serio, un candidato independiente interesante, terminó haciendo el peor de los espectáculos con tal de no quedarse sin equipo para la próxima temporada. Se subió al único barco donde lo iban a aceptar, pues ni Morena ni el PRD le abrirán espacio, pero se subió al PRI de la peor manera, sin haber concluido el proceso de revisión de firmas por el que tanto escándalo hizo y sin haber aclarado sus cientos de miles de firmas fraudulentas. Hoy por hoy el “Jaguarcito” es un tramposo que no ha sido capaz de dar una explicación a quienes sí lo apoyaron.

La otra adquisición del PRI es Silvano Aureoles, el gobernador perredista de Michoacán, que lejos de ser un activo es una carga para quien lo lleve a su campaña. Su prestigio político no es el mejor, su ejercicio de Gobierno, de regular para abajo, y sus formas superficiales, ampliamente comentadas. Lo único que puede ofrecer al PRI es el presupuesto del Gobierno de Estado y la operación política que le permite el tener al aparato gubernamental bajo su mando. Es decir, lo que aporta es justamente la posibilidad de corrupción en la campaña.

Rescatar a Ríos Piter únicamente se explica como resultado de una negociación previa que el equipo de Meade tuvo que cumplir, pues el único que gana es Ríos Piter

La pregunta entonces es qué es lo que buscan José Antonio Meade y su equipo con estas contrataciones de última hora. Ambos personajes están lejos de ser refuerzos de cara a la elección, aportan muy poco y generan mucho daño. Rescatar a Ríos Piter únicamente se explica como resultado de una negociación previa que el equipo de Meade tuvo que cumplir, pues el único que gana es Ríos Piter: subirlo a la campaña solo sirve para lavarle la cara al independiente de las firmas falsas. Para el candidato del PRI, que quiere venderse como el hombre limpio y que no permitirá la corrupción, la llegada del “Jaguarcito” es solo una piedra más en el pesado costal de pecados ajenos que carga el candidato inmaculado (salvo por el vitíligo, claro, y no es carrilla, es una cita a su propio spot).

Seguramente más de algún estratega lo querrá vender como una muestra de fuerza del candidato y la campaña del PRI: “tan vamos bien que se nos están sumando actores políticos”. Para que eso funcionara tendrían que ser actores importantes en un momento importante de la campaña. Pero no se cumple ninguna de las dos condiciones. Siguiendo con la metáfora futbolera, los refuerzos son los típicos calienta bancas y lo que está pelando el equipo, o sea el PRI, no es el campeonato sino salvarse del descenso, pues está ya más cerca en su intención de voto de los coleros que del líder.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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