Ideas

Memo y Juan

El café Perdiendo el Tiempo, seguramente por ser época navideña, se encontraba lleno. Después de una razonable espera, Memo y Juan logran acomodarse en una de las mesitas ubicadas en el fondo.

—¿Cómo estás querido Memo?

—Bien, estimado Juan —contesta Memo y agrega—: Fíjate que estos días he estado algo ocupado. Entre que todo se vuelve prisas con las celebraciones navideñas y que las personas quieren finiquitar los asuntos inconclusos del año, la vida se complica un poco.

—Ya nos conoces, así somos: desidiosos y pachangueros —comenta Juan.

—Oye, ¿qué te parece el desempeño de los nuevos gobiernos? —pregunta Memo.

—En Guadalajara, la presidenta agarró al toro por los cuernos en el tema de la recolección de basura. Hace tiempo que las autoridades han querido meter orden y hasta ahora no han podido o no han querido —dice Juan.

—La basura es un gran negocio… Ojos vemos, corazones no sabemos —apostilla Memo—. Sea como sea, lo deseable es que se proteja la salud de los tapatíos. Lo que sí fue bueno es que el ejecutivo local finalmente se vio con la presidenta de la República. Vamos a ver cómo se desenvuelve esa relación… No está fácil, ya ves que no ha querido venir.

—Sheinbaum tiene prejuicios contra Jalisco y cada vez se parece más al que se fue… Bueno, al que dice que se fue —añade Juan.

—Imagínatelo en su madriguera, dándole vuelta al coco y mandando recados todo el día. Fíjate cómo crea y estimula conflictos entre los Morenos para poder intervenir al margen de su personera. Ahí está la bronca entre los coordinadores del Senado y de la Cámara —comenta Memo.

—Mejor cambiemos de tema —sugiere Juan—. Las fechas llaman a pasarla bien, y alejados de asuntos que solo revelan las mezquindades y la codicia de algunos de ‘nuestros’ representantes.

—Dices bien —acepta Memo—. Por cierto, ¿ya compraste los regalos para tus seres queridos?

—¡Ya! —afirma Juan.

—Seré curioso, mi estimado Memo.

—Debo confesarte que a mí me gusta mucho regalar, obsequiar a las personas que amo y la verdad es que busco cómo agradarlas: desde una comida, hasta un buen libro y, tratándose de mujeres, algún detalle de buen gusto. No se trata de dar por dar; un regalo refleja tu personalidad y la intensidad de una relación —agrega Memo.

—Estás grueso. Ya expusiste una cátedra del sentido que contiene un acto tan sencillo como hacer un regalo. A ver, explícate —pide Juan.

—Si la persona a la que quieres mostrar tu afecto es alguien que disfruta la pintura, pues le obsequias un cuadro; si le agrada el ballet, le das una bailarina de porcelana, o si practica el tenis, una raqueta, ¿capicci? —ilustra Memo.

—¿Y si lo que le gusta son los diamantes? —sonríe Juan.

—Entonces revísate el corazón y los bolsillos… No vaya a ser que te quiere por lo que le das… ¡Ja, ja, ja! —dice Memo con sorna.

—Pues felices fiestas, y no se te olvide ponerle tu zapatito al niño Dios —se despide Juan.

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