Memo y Juan
Entre excusas, Memo llega un poco agitado a la tempranera cita. -Buenos días -saluda-, lamento mi tardanza, lo que pasa es que llegué de pasadita al banco y tuve que hacer cola.
-No te preocupes, fíjate que Armando se apareció por aquí y me puse a platicar con él. Ya ves que es un hombre muy bien enterado, je, je.
-¿Y de qué platican? -pregunta Memo.
-Pues de las fiestas patrias, del show de los partidos, de lo caro que está todo, de los autoelogios de quienes quieren seguir pegados a la ubre del gobierno, de los juramentos y las lealtades eternas. En fin, como te das cuenta, hay mucha tela para cortar- dice Juan.
-Oigan, y ¿fueron por su torta ahogada? -pregunta Memo.
-No manches, ¿no que ya se había acabado eso de ‘pan y circo’? -comenta Armando.
-¡No, hombre! Eso no se va a acabar nunca. Acuérdate que a la gorra no hay quien corra, ¡ja, ja! -cometa Juan.
-¿Qué les parece lo que sucedió en Morena? -pregunta Memo.
-¿Qué pasó? -cuestiona Juan.
-¿Se acuerdan de aquellas historias en tres actos? -agrega Memo.
-Sí -contestan Armando y Juan.
-Pues les platico -explica Memo-: En el primer acto, el prócer convoca, para eliminar el “dedazo”, a que se apunten libremente los que quieran sucederlo, les da cinco millones, los califica como “corcholatas” y los echa a andar; no sin antes decirles que él no intervendrá y que ya no habrá “línea”. El palero de Adán Augusto rechaza el apoyo: “¡Yo traigo con queso las enchiladas!” afirma.
-Segundo acto. Como chiquillos ansiosos, “corcholata” y “corcholatos”, comienzan a rodar a lo largo y ancho del país. Para que no haya “sospechosismo” de que el presidente carga los dados, todos renuncian a sus cargos, lo que no impide al “presiso”, hacer un guiño a la “Cheuman”. Luego, en un evento lleno de simbolismo democrático, la mano inmaculada del “obispo” Mario Delgado cuenta y recuenta los votos frente a las cámaras de TV y anuncia pomposamente: “No hay fraude, ganó la ‘Cheuman’”, ante la obvia rabieta de Ebrard, que se llama a robado y confirma su anunciada muerte civil, aun cuando, conocedor de los tiquis miquis de la política, espera su recompensa: “niño que no llora, no mama” -continúa Memo.
-Tercer acto. Las aguas vuelven a su cauce. Los patiños, atentos a la voz del amo, recuperan el aliento. Monreal y Adán son nombrados coordinadores de la coordinadora, quien, en una ridícula parodia, recibe de manos del gran tlatoani, y en cumplimiento de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el bastón de mando, y los otros paleros cuyos nombres no recuerdo esperarán, haciendo gracias, las croquetas a las que se hicieron merecedores por su participación.
-¿Cómo se llamó la puesta en escena? -pregunta Memo.
-A mí, me la fanfirulean -contesta Armando entre risas.
Mientras tanto, en la otra acera, se aprestan a enfrentar la ira de Júpiter. A Calles nomás lo exilió Cárdenas, pero mi admirada Xóchitl anda perdiendo hasta la casa. Ya veremos.