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Megamarcha UdeG: ¿el tamaño sí importa?

La cordura no es estadística, escribió George Orwell para criticar nuestra manía de reducir todo a números ante una realidad compleja. 

El tema viene a cuento porque en la “marcha más grande de la historia” convocada por la UdeG ocurrió lo que muchos anticipamos: los Leones Negros reportaron 103 mil asistentes y el Gobierno de Jalisco contabilizó 46 mil. 

El gobernador abonó a esta guerra de cifras al remarcar que en 2018 él encabezó la marcha más grande de la historia en su cierre de campaña. Según datos de MC, convocaron a 100 mil simpatizantes, aunque el ayuntamiento tapatío contó 96 mil. 

Pero ojo: en la feria como en las marchas, cada quien cuenta su historia (y a sus asistentes) según le va en ella. Por ejemplo, en la protesta de universitarios en 2010 contra Emilio González Márquez, la UdeG reportó 90 mil manifestantes y el gobierno estatal 30 mil. 

Despojados de filias melenudas y fobias cítricas, a juzgar por las imágenes de la marcha de ayer, me inclino por una cifra intermedia, es decir, alrededor de 80 mil universitarios. Pero esto es lo de menos. Unos le ponen y otros le quitan. Así ha sido siempre. 

Lo que importa no es tanto el tamaño de la marcha udegeísta que, en palabras del poeta, no es mucho, ni es poco, es bastante, sino la capacidad de movilización masiva que dudo tenga algún otro grupo político en este momento. ¿Podría Alfaro reunir a 100 mil mañana no como candidato sino como gobernador?

En otras palabras, ante una oposición desplumada y el sometimiento de los poderes del Estado y los alcaldes, la UdeG demostró su lugar como la verdadera oposición en Jalisco.  

Ahora, ¿qué sigue después de la marcha? De entrada, dudo que cambie algo y Alfaro ceda un milímetro su posición. La protesta se convirtió en el Rubicón que cruzaron los Leones Negros sin punto de retorno. 

Viene una carrera de resistencia durante tres años en donde la UdeG se convertirá en un contrapeso y una voz crítica del gobierno de Jalisco. El reto para la Máxima Casa de Estudios es validar y granjearse el respaldo social que complemente la cohesión universitaria. 

En respuesta, el gobernador buscará presionar y subordinar a sus aliados por medio del control y autoritarismo presupuestal, un privilegio que sólo da el poder.  

En medio, lamento decirles, quedaremos los jaliscienses, que no veremos el final de esta saga hasta 2024 cuando las elecciones pongan a cada quien en su lugar. Y después se repita (o no) la misma historia de los últimos 30 años. 

Por ahora, el tamaño sólo les importa a ellos. 

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