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Matarse unos a otros

El embajador de Palestina en España declaró recientemente que no entendía cómo la invasión de Ucrania provocó la indignación mundial, mientras que la invasión de Palestina a nadie parece importarle.

Es cierto, Palestina fue “invadida” ya desde antes de 1947, primero por la migración de judíos que compraban tierras a los palestinos, luego como consecuencia de una solución impulsada por Gran Bretaña, país que a su vez había invadido antes esa misma región, habitada por los palestinos, que a su vez habían invadido esa región en el siglo octavo, habitada por los romano-bizantinos, que a su vez habían invadido esa región en el siglo primero antes de Cristo, ocupada por los hebreos, que a su vez habían reinvadido esa región, ocupada por los cananeos, sin que sepamos si los cananeos también habían sido invasores, lo más seguro es que sí.

Lo único cierto es que esa tierra semiárida ha sido siempre objeto de discordia por todo tipo de pueblos y naciones, lo sigue siendo hasta el día de hoy. No obstante, el actual conflicto, generado por el imperialismo colonialista europeo, gracias a que, en su momento, el imperialismo colonialista musulmán, se hallaba en declive, lleva ya más de setenta años sin resolverse pese a todos los esfuerzos que se han hecho, por la vía diplomática, y de tiempo en tiempo, por la militar, sea o no sea terrorista.

La cuestión práctica es la explosión demográfica de Israel, sobre todo por la constante migración de nuevos colonos a esas angostas tierras, que los han llevado a romper acuerdos y compromisos previos, y a seguirse expandiendo sobre territorios que en principio no debían ocupar, acción lenta pero constante que ha ido acorralando a los antiguos moradores, sin duda una especie de violencia sorda ante la cual nadie ha alzado la voz, hasta que de pronto la presión hace estallar la olla generando un terrorismo lamentable y criminal, como el que ha ocurrido en estos días, y en consecuencia una respuesta de igual o mayor magnitud por parte de Israel.

Debemos recordar que en los hechos, hay dos palestinas, la oficial y formal que busca soluciones y las presiona de distintas maneras, y una palestina que no se somete a la oficial y busca lograr sus metas por el medio que sea, incluido, desde luego, el terrorismo, es la llamada franja de Gaza, un territorio de 360 kilómetros cuadrados, gobernada por Hamás, el tercer territorio más densamente poblado del mundo, pero sometido casi en todo al poder de Israel, quien controla su espacio aéreo y marítimo, sus puestos fronterizos, excepto uno, por supuesto Israel mantiene el derecho de entrar y salir cuando guste, derecho que los propios habitantes de la franja no tienen, esta gente vive en condiciones lamentables, uno de cada dos están en situación de pobreza, con una tasa de desempleo que ronda el 53%, sin libertad para exportar o importar productos, sujetos al bloqueo económico y militar israelita. La franja depende de Israel para el suministro de agua corriente, electricidad, telecomunicaciones, y otros servicios, de manera que en la práctica sigue siendo un territorio ocupado, y aún, sometido, sin que poder alguno en el mundo haya podido modificar esa situación, todo el tiempo explosiva.

Por lo pronto la consigna ya no es ojo por ojo, sino cientos de ojos por cada ojo, sea desde el punto de vista de Hamás, que, desde el punto de vista de Israel, rompiendo aquel viejo principio según el cual la violencia de respuesta no debe ser mayor que la violencia recibida.

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