Más filosofía en las aulas
Ante una educación que tiene que enfrentar una vida atrapada en la tecnología, el entretenimiento y la frivolidad, surge indispensable y urgente el retorno de la filosofía y el civismo a nuestro sistema educativo.
La reflexión sistemática y el pensar a fondo los problemas, debe ser una parte fundamental de las actividades formativas desde temprana edad, especialmente cuando brota el pensamiento lógico en la preadolescencia.
De igual manera nunca debió dejar su presencia en las aulas las clases de civismo, que son indispensables para la auténtica formación de la ciudadanía, la civilidad y la convivencia social.
La UNESCO ha declarado que se debería formar filosóficamente a todos los miembros de la sociedad desde la infancia, la adolescencia, los adultos y la tercera edad, en los sistemas escolares y fuera de ellos, a través de múltiples recursos como talleres, cafés filosóficos, cursos y seminarios en hospitales, prisiones y centros de trabajo.
Junto con las matemáticas, el idioma y las ciencias exactas, la filosofía forma una capacidad para indagar a fondo las causas y los efectos de las cosas y nos permite afianzar una personalidad firme, con una visión definida de la vida y nuestros propósitos.
Desde luego que llevada a un terreno práctico y con una ferviente utilidad que permita ayudar a resolver algunos de los múltiples problemas existenciales que actualmente andan desatados en una visión del mundo y un estilo de vida, que se enclaustra en el celular y no se mira ni a sí mismo ni a los demás, más que para una selfie o una foto que irá pronto a parar en alguna red social o en el olvido entre mil fotos más.
Ante la urgencia de prevenir las adicciones e incidir en la salud mental y el bienestar social, la filosofía y el civismo se convierten en herramientas indispensables para la reconstrucción del tejido social.
No se trata de seguir la ruta de estudiar a los filósofos de la antigüedad Helénica, ni recorrer el estudio de los grandes pensadores como Descartes, Kant, Hegel o Kierkegaard, sino de inspirar a la reflexión creativa y a la construcción de una opinión personal bien documentada y digerida cabalmente.
Sólo a los que temen que el pueblo piense, se les pudo haber ocurrido desechar y enterrar los beneficios de las clases de civismo y filosofía. Son los que temen el progreso intelectual de las masas porque figuran que se hacen indomables. Incautos artífices de creer que el poder es para controlar y no para exaltar la sublime inteligencia reflexiva del ser humano.
Queremos el triunfal retorno de las clases de filosofía y civismo en las escuelas, como parte fundamental de la formación académica en todos los niveles.
Desde el pensar la causa última de todas las cosas, hasta enfrentar los problemas de la vida diaria y edificar soluciones creativas, es la aportación inaplazable del ingenio humano que se necesita cultivar con semillas de gran valor.
Más filosofía y menos Prozac, policías y una vida consumista y sumergida en el entretenimiento banal.
Que la política y las finanzas públicas estén al servicio de la cultura y la más alta civilización.