*“Maromas”
Unos dirán que es La Ley de la Selva, que se condensa en el principio de la sobrevivencia del más fuerte; otros dirán que se trata de la versión futbolera de la teoría de Darwin sobre la Selección de las Especies… El caso es que el acuerdo de voluntades que culminó en la decisión -aprobada ya por la Federación Mexicana de Futbol- de convertir la franquicia de Lobos BUAP en una reedición de los Indios -que ahora serán “Bravos”- de Ciudad Juárez, es un reacomodo obligado -o propiciado, si así prefiere interpretarse- por elementales motivos económicos.
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El futbol mexicano ha experimentado ya varias “maromas” de ese tipo. Además de las mudanzas del Necaxa (a Aguascalientes) y Atlante (primero a Querétaro y después a Cancún), varios equipos han cambiado de sede y, por tanto, de nombre: los Coyotes de Neza se trasformaron en Correcaminos de Ciudad Victoria; los Ángeles de Puebla en Guerreros de Santos Laguna; San Luis emigró a Chiapas y después éste a Querétaro; La Piedad se transformó una vez en Querétaro y otra en Veracruz… Etc.
No han sido precisamente los ascensos y descensos al final de cada temporada los que han dado la configuración actual a la llamada Liga MX, sino las cuestiones económicas que han propiciado múltiples transformaciones tanto de la geografía como de la nomenclatura de la misma… Para decirlo pronto, el potencial económico de las plazas y la capacidad financiera de los dirigentes alteran, a conveniencia, la composición de la Liga.
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En los orígenes del profesionalismo, la Ciudad de México tuvo tres equipos: América, Atlante y Necaxa; el primero, que vivió tiempos de crisis hace más de medio siglo, se consolidó; los otros, pese a su popularidad, tuvieron que emigrar; UNAM y Cruz Azul aparecieron más tarde, y se han sostenido. Guadalajara también comenzó con tres (Guadalajara, Atlas y Oro), y llegó a tener cinco cuando el Oro se volvió Jalisco y aparecieron las universidades. Irapuato, Veracruz, Querétaro, San Luis, Tampico y Celaya han tenido historiales erráticos. Tijuana y Ciudad Juárez han expandido la geografía futbolera del país hacia el norte.
Al final de cuentas, queda claro que cuando la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla consiguió el ascenso tras el Torneo de Clausura 2017, se sacó la rifa del tigre…, y que el futbol sigue siendo un juguete caro que no cualquiera está en aptitud de sostener.