Ideas

Marginación y justicia

Todavía no me repongo de la impresión. Esa noche fue perturbador ver a una multitud de casi 200 personas, integrada por adolescentes, mujeres embarazadas, adultos y ancianos, todos enfurecidos y sin control, pidiendo apaciguar el odio que los movía en esos momentos. Nadie pudo con ellos, la idea de que alguien se les cruzara en el camino provocaba terror. El objetivo era poner fin a la vida de quien presuntamente privó de la libertad, abusó sexualmente y asesinó a un menor de cuatro años de edad.

En la historia de este año y del actual gobierno se debe registrar lo que muchos consideran el primer linchamiento de esta magnitud en Jalisco; el castigo que una multitud impone a un sospechoso sin ser juzgado.

Ocurrió cerca de la medianoche del lunes 27 de julio en la Colonia El Faro, del municipio de Juanacatlán. En la misma cuadra estaban el cuerpo del pequeño, acompañado solo por unas cuantas veladoras, y unos metros después, en estado agónico, el supuesto agresor. Los pocos paramédicos y policías que permanecían al lado del hombre de 35 años tuvieron que simular y decir que ya estaba muerto para calmar a la gente que exigía justicia sin cansancio, con golpes, patadas, machetes y lanzándole piedras de grandes dimensiones a la cabeza.

Una vecina del lugar declaró retadora al día siguiente frente a una cámara de televisión, mostrando el puño cerrado: “Con esto yo le di golpes, porque las autoridades no iban a hacer nada”.

Detrás de estas dos muertes está la ineficiencia y quizá la carencia de un protocolo para buscar al niño, que desapareció desde las cinco de la tarde. La furia vecinal inició ahí, los policías municipales estaban estacionados en su patrulla, platicando y fumando. Eso generó las primeras acciones de la gente en solidaridad con la mamá del menor. Fueron puerta por puerta hasta que lo localizaron en una finca, debajo de un sillón; sin ropa, con golpes y una soga al cuello. La puerta la abrió el hombre que fue linchado y perdió la vida horas después cuando fue sacado del lugar.

Ha pasado una semana sin que hasta ahora ninguna autoridad o la propia Comisión Estatal de Derechos Humanos ofrezcan un informe para deslindar responsabilidades sobre lo ocurrido. ¿Quién o quiénes son responsables?

Durante el hallazgo, en el intento de reanimar al niño, los mismos vecinos pidieron una ambulancia que tardó en llegar. La desesperación se apoderó de todos, mientras en las frecuencias de radio de la Policía se escuchaban los gritos de los elementos de seguridad que pedían apoyo. Hubo todo un despliegue de policías del Estado, El Salto, Zapotlanejo, Guadalajara y Tlaquepaque. El comisario de Juanacatlán tuvo que ser auxiliado por el de Zapotlanejo, quien asumió el aparente control de la situación.

Ha pasado una semana sin que hasta ahora ninguna autoridad o la propia Comisión Estatal de Derechos Humanos ofrezcan un informe para deslindar responsabilidades sobre lo ocurrido. ¿Quién o quiénes son responsables de la barbarie? ¿Por qué no se hizo el menor intento para localizar con vida al niño y evitar el linchamiento? ¿Es inevitable que pensemos que la marginación no es compatible con la justicia? ¿Será posible que esto no quede sólo en un titular de noticias: “Hombre mata a menor en Juanacatlán y lo linchan”? Y así, apuestan a que los días traigan el olvido, entre tanto, entre todo y nada.

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