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Maquillar la muerte

¿Se pueden manipular las cifras de homicidios? En estricto sentido, no, pero en la práctica, sí. Te lo explico.

El INEGI presentó recientemente sus Estadísticas de Defunciones Registradas 2023, en donde hay una extraña ruptura en los patrones de mortalidad en el país. Este tema pasó casi desapercibido en la conversación pública, pero merece una atención y discusión más amplia.

En esto consiste la anomalía: en el periodo 2021-2023 existe un descenso en el número de asesinatos, pero a la par hay un aumento de defunciones por accidentes y suicidios.

Esto ocurre a tal punto que 2023 se convirtió en el tercer año consecutivo en que el país registra más muertes accidentales que homicidios.

De manera extraña, la gente se accidenta y suicida más y, coincidentemente, de manera casi proporcional, bajan los asesinatos.

Hay cuatro entidades en donde esta anomalía es más pronunciada: Ciudad de México, Edomex, Hidalgo y Jalisco.

Por ejemplo, el año pasado Jalisco registró mil 774 homicidios dolosos, el año con menos asesinatos en el sexenio; 2 mil 834 muertes por accidentes y 745 suicidios.

En comparación con 2022, en nuestra entidad hay 5% menos homicidios, 6% más defunciones por accidentes y 9% más suicidios.

Esta recopilación del INEGI es, en teoría, la más exacta y definitiva sobre mortalidad en el país pues obtiene los datos de Oficialías del Registro Civil y los Servicios Médicos Forenses, así como las actas de defunción de las Agencias del Ministerio Público.

Los gobernantes suelen afirmar que la cifra negra de homicidios dolosos es inexistente, pues el Ministerio Público siempre toma conocimiento del hecho y existe un acta de defunción.

¿Cómo podría ocultarse este delito? Muy fácil. Si por acción u omisión, el Ministerio Público clasifica como suicidio o accidente un asesinato.

Recuerdo un caso, la muerte del médico José Martí Sosa cuyo cuerpo hallaron en una cueva de difícil acceso en la Barranca de Huentitán en septiembre pasado tras dos días desaparecido.

La Fiscalía del Estado informó en su momento que la muerte de José Martín se debió a una “asfixia mecánica por ahorcamiento”, pero “no hay indicios de que su deceso sea intencional”.

¿Cómo es un ahorcamiento no intencional? ¿Se ahorcó por accidente? ¿Lo ahorcaron por equivocación? ¿Por error? ¿Eso se clasifica como un suicidio, homicidio doloso o accidente?

Si la impunidad de los homicidios en Jalisco es del 99%, ¿cómo puede la Fiscalía clasificar de forma confiable si se trató de un homicidio, un accidente o un suicidio sin investigar ni resolver el caso?

Por otro lado, en otras ocasiones he señalado que el aumento de desapariciones en Jalisco –hay alrededor de 50 ausencias a la semana– también incide en la baja de homicidios.

La reducción marginal de asesinatos en el país y en Jalisco tiene otras posibles explicaciones.

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