Ideas

Manipulación y pacto de impunidad

La denuncia que hizo esta semana Javier Corral Jurado en donde expone el uso de la Secretaría de Hacienda como instrumento de control político es grave. Como el gobernador de Chihuahua dijo en conferencia de prensa, el trabajo contra la corrupción que se hace en la entidad desde que él llegó como titular del Ejecutivo, es un golpe contra el pacto de impunidad que ha prevalecido en México desde hace lustros entre las fuerzas políticas y, de hecho, el golpe no deja bien parado ni a su propio partido, es pues, una acción que se puede considerar auténtica.

No me sorprende la reacción del Gobierno de la República a través de Hacienda, no es nuevo; le pasa incluso a ciudadanos comunes y corrientes que cuando deciden quejarse por algo que no funciona bien en la administración pública federal, reciben la “visita” de Hacienda o, como se dice coloquialmente “les cae Hacienda” o son objeto de amenazas veladas para que “cumplan con sus obligaciones fiscales”.

La cuestión es que casi nadie se atreve a denunciar ni a decir nada precisamente por temor al poder aplastante de la Secretaría bajo cuyas responsabilidades está la recaudación y administración de impuestos.

En el caso del Gobierno de Chihuahua, Javier Corral expuso, con lujo de detalles, la manera en la que se vinculó la investigación contra ex funcionarios priistas a convenios previos para la dotación de recursos al Estado; en una serie de señalamientos que fueron no sólo negados por los burócratas mayores de Hacienda sino tergiversados, franca y abiertamente manipulados para dar a entender que Corral estaba usando esta información con fines político-electorales.

Es muy difícil para un ciudadano de a pie, en un entorno de crisis económica rampante (inflación de ¡6.77 por ciento! La peor desde el año 2000); de exposición a medios manipulados y comprados (ya veíamos los gastos en este rubro la semana antepasada pero no sobra recordar el dato: ¡dos mil millones de dólares!) y de sociedad dividida, más los problemas laborales y familiares de cada quien, dilucidar asuntos complejos y polémicos como este que expone Corral. Y el Estado lo sabe.

Es cuestión de informarnos lo mejor posible, en la medida en que dispongamos de ganas y tiempo, vale la pena, porque es fácil luego encontrar las contradicciones y eso ayuda a normar nuestro criterio y a saber quién manipula y quién no, quién miente y quién no, quién tiene más acceso a medios que la contraparte; y es interesante ver también las reacciones del público que participa en redes y comenta.

La tergiversación de hechos le ha funcionado muy bien al gobierno actual; se tira la piedra y se esconde la mano y cuando llegan aclaraciones, disculpas o el reconocimiento de que se cometió un error, casi no se oye o no logra espacios equivalentes en los medios proclives al sistema. Es complicado. Es una lucha de poderes y es año electoral.

Tergiversación, manipulación, malas interpretaciones son el pan de todos los días y en un ambiente de hartazgo popular que trascendió ya niveles históricos, para quienes están en la cúspide de la pirámide, siguen siendo estrategias efectivas. La cuestión es apostar al voto duro y a la división de los mexicanos. Lo peor es que les da resultado sobre todo porque vivimos en un país en donde su gobierno mantiene a la población en pobreza y pobreza extrema y mal educada, adrede. Estoy convencida de eso.

Corral llegará a las últimas consecuencias, ya está hablando de recurrir a la Suprema Corte. Y, ojalá, se haga justicia, mientras tanto, a los ciudadanos nos toca estar atentos y, reitero, informados, lo mejor posible, para estar en condiciones de, primero, mantenernos a salvo de los embates manipuladores y, segundo, disponer de la mejor información a la hora de tomar decisiones tan importantes como votar el próximo 2018.

Quizá la decisión ahora no sea definida por las propuestas o promesas, han dilapidado tanto los políticos que no les creemos nada o casi nada; tal vez la definición del voto se sustente en quien esté en la línea de asestar golpes para combatir y erradicar el pacto de impunidad (una tarea peligrosa para quien forma parte de él), que no manipule y ofrezca una mejor relación entre gobernantes y gobernados.

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