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Mañaneras, ¿qué nos ahorramos?

Una de las cosas altamente positivas que han sucedido en el Gobierno de López Obrador es el cambio en la política de comunicación. La forma en la que fue escalando el gasto publicitario con los gobiernos de Fox, Calderón y Peña fue exorbitante: de cerca de los dos mil 500 millones de pesos en 2004, a más 10 mil en 2017. Pero más que el monto, sin duda exagerado y fuera de toda proporción, lo más grave era la forma en la que se gastaba, pues este recurso no se aplicaba en informarnos a los ciudadanos sobre los temas que teníamos qué saber sino en “convenios” donde primero se definía el monto, que era proporcional a la capacidad de presión del medio en turno, y luego el contenido. Era un mecanismo perverso de compra-venta de lealtades que, por lo demás, siempre terminaba en traición.

Dicho esto, la siguiente pregunta es si, como dice el Presidente López Obrador, las mañaneras ahorraron cinco mil millones de pesos. Este es uno de los típicos casos en los que el Presidente echa a andar el INOD (Instituto Nacional de Otros Datos) para acomodar la realidad. El ahorro está, en todo caso, en dejar de gastar en publicidad innecesaria, en reducir el presupuesto de Comunicación Social y gastarlo sólo en aquello que beneficie a la población, como son las campañas de salud, prevención, etcétera, y no en propaganda del Gobierno en turno. Pero eso nada tiene que ver con la mañanera, cuya dinámica es totalmente otra cosa.

Lo que tendríamos que comparar, en todo caso, es cuánto cuesta la mañanera no sólo en su organización cotidiana (que por poco que sea implica un gasto), sino en el tiempo de los medios de comunicación del Estado usados como replicadores del mensaje presidencial y, sobre todo, cuánto dinero que antes se destinaba a medios tradicionales hoy se destina a campañas de redes sociales. Esto último es el gran hoyo negro de información de los gobiernos, no sólo del federal sino de los estatales y municipales.

Las mañaneras son un mecanismo de comunicación política muy eficiente, pero están lejos, muy lejos de ser, como nos las venden, un acto de transparencia y rendición de cuentas. Todos los días hay datos contradictorios, mentiras flagrantes, verdades a medias, dichos sin sustento y una que otra pregunta zalamera que distorsionan la realidad. Las conferencias de prensa diarias son un mecanismo de propaganda innovador y mucho más eficiente que las notas pagadas y entrevistas a modo de los gobiernos anteriores, fruto de una legitimidad y un apoyo popular muy importante. ¿Tienen límite? Sí, cuando la popularidad presidencial baje, que más allá de filias y fobias será una tendencia natural por el desgaste mismo del ejercicio de poder, la eficiencia de la conferencia de prensa matutina tenderá a caer y, con ello, la tentación de usar el presupuesto para generar apoyos en la opinión pública. En vía de mientras, las mañaneras son, hoy por hoy, el mecanismo de comunicación social más innovador, más eficiente y barato, aunque ello nada tenga que ver con el ahorro en el gasto en medios, sino con la obligación gubernamental de informar.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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