Mal, mal, mal
Es difícil no ser monotemático en estos días. Si fuera hit parade, la pandemia por COVID-19 habría roto todos los récords de permanencia en el primer lugar, no en la preferencia de las audiencias, claro está, pero sí en los intereses, en la atención y en las preocupaciones; en las molestias y temores también.
Periodísticamente hablando, creo que nunca un tópico, en los últimos lustros, había durado tanto a la cabeza del espectro de asuntos que se manejan en medios de comunicación, ni siquiera el 9/11 en Nueva York. Seis meses desde el primer reporte de la nueva enfermedad de etiología desconocida y contando. Seguimos inmersos ¡en el mundo!
Jalisco no es la excepción y menos en estos días porque se avecina lo peor si no se rompe el patrón de crecimiento en los contagios, parafraseando al especialista Carlos Alonso Reynoso, epidemiólogo, doctor en Salud Pública e investigador de la Universidad de Guadalajara. Los datos son, aunque cueste trabajo decirlo y reconocerlo, alarmantes.
Antes de entrar de lleno a esto, no quiero dejar pasar un asunto lastimoso que refleja un franco, vergonzoso y también preocupante retroceso en términos de democracia, de construcción de contrapesos y de respuesta a la ciudadanía a la que, se supone, representan: desde hace tiempo, pero con mayor claridad en las últimas semanas, el Poder Legislativo de Jalisco en pleno (uno o dos diputados se salvan, cuando mucho y en términos prácticos no sirve de nada) se ha convertido en el tapete con el que se limpia los pies el gobernador de Jalisco. Qué feo y triste papel de lamebotismo, arrastradez, indignidad y abyección. No me representan en lo absoluto.
Desde la aprobación de un punto de acuerdo para “aplaudir” las decisiones del Ejecutivo estatal en el manejo de la pandemia (por favor), hasta la defensa y justificación inconcebible del mismo Ejecutivo, con respecto a los hechos reprobables de los días 4, 5 y 6 de junio, pese a que están documentadas primero, la inacción (el contraste con el operativo en las inmediaciones del Congreso esta semana es elocuente) y, segundo, la represión, las desapariciones forzadas y los abusos policiales, así como la descalificación y desacreditación de una demanda legítima: esclarecer el asesinato de Giovanni López (tampoco se ha avanzado en las investigaciones del atentado contra el policía, por cierto). El mensaje es de autoritarismo total y, jaliscienses, estamos en problemas con visos de empeoramiento.
El foco en la pandemia, de por sí intenso y demandante, no nos debe impedir, en la medida de lo posible por favor, registrar estas acciones condenables de quien se debe a la sociedad, pero prefiere, en un entorno crítico, rendirle pleitesía al gobernador. Mal, mal, mal. Queda el apunte para cuando sea necesario tenerlo en mente.
Vuelvo, ahora sí, al tema que tiene que ver con la salud de todos en Jalisco. Desde la segunda semana de mayo la tendencia de contagios de COVID-19 en el Estado, particularmente en la zona metropolitana de Guadalajara, va al alza. En algunos momentos ha rebasado la tendencia exponencial pero, básicamente, ha crecido a la par, tanto de la proyección exponencial como de la logarítmica, y eso no es bueno. Es decir, en Jalisco no hemos avanzado en la meta de “aplanar la curva” o, dicho de otro modo, de reducir la velocidad de los contagios.
La Universidad de Guadalajara pintó su raya de manera más contundente con respecto al manejo del Gobierno estatal, que, por si fuera poco (empeorando, pues, mal, mal, mal), incorporó como asesor, en un claro mensaje de rijosidad contra el Gobierno federal y contra la UdeG (si no era la intención así se lee) a José Narro, que no es experto, pero sí un crítico irresponsable y de pacotilla.
Gracias por pintar la raya porque el mensaje que ahora circula del rector general de la máxima casa de estudios, Ricardo Villanueva Lomelí, es de atención urgente: la movilidad ha crecido 70%, urge reducirla por lo menos a 50% como una medida para aminorar la velocidad de contagios. Si ese patrón no se rompe, según advirtió el Dr. Alonso en entrevista con Rubén Martín y Jesús Estrada en Radio Universidad, el panorama para finales de junio puede ser devastador. Con cálculos del Conacyt, en Guadalajara se podría registrar una demanda diaria, ojo, diaria, de mil 700 camas de hospitalización general y de 300 camas de terapia intensiva. Si no se actúa ya para interrumpir la cadena de propagación del virus aquí, no habría capacidad para atender tal situación y las consecuencias podrían ser desastrosas en cantidad de casos y, lo peor, en número de fallecimientos. En estos momentos, con base en información de la Secretaría de Salud Jalisco, los porcentajes de ocupación de camas del sector público son como sigue: 26.2% camas generales de un total habilitado hasta el día de ayer de dos mil 649; y 23.04% de camas con ventilador. ¿Por qué los porcentajes son distintos a los que se han difundido a nivel federal? Me explican que porque no se había actualizado el número de camas reconvertidas en Jalisco. El dato se presentará actualizado en los próximos días para el concentrado nacional. Estamos a tiempo.
La UdeG puso de su parte y no habrá actividades de ningún tipo en las instalaciones de la casa de estudios hasta el 5 de julio. Y, supongo, que antes de volver el día 6, se hará una revisión. Los siguientes 15 días son cruciales para atajar el avance de la pandemia aquí.
Hay preocupación generalizada y de organismos como Jalisco Cómo Vamos se está intentando hacer llegar al gobernador el concentrado de datos, tendencias y proyecciones, para que se tomen medidas urgentes que implican volver a un confinamiento extremo por lo que no se hizo antes o se dejó de hacer. Ojalá escuche y haga caso.
Ya habrá oportunidad de deslindar responsabilidades, incluso las propias, pero mientras, urge, urge, urge que nos quedemos en casa; y si no es posible, cuidarnos con exageración, sí, de lo contrario, la vamos a pasar mal, mal, mal. #YoMeQuedoEnCasa
(lauracastro05@gmail.com)