Luz en el Cabañas
Conocí a Luz hace un par de años. Una señora sonriente, de cara redondita y el cabello medio recogido, que andaba por los pasillos del Hogar Cabañas. Me contaron que llegó desde que era una bebé y nunca nadie la adoptó. Hoy tiene 57 años, y sigue viviendo en el albergue.
Su historia podría ser la de miles de niños y niñas que se han quedado esperando tener una familia. Pequeños que -por diversas circunstancias de maltrato, abandono, omisión de cuidados o abusos- son resguardados en albergues, mientras se busca algún familiar que pueda y quiera hacerse cargo de ellos o en tanto se resuelve su situación jurídica para poder ser adoptados.
Ese termina siendo el enemigo: el tiempo. El tiempo que llevan los juicios de pérdida de patria potestad que, dependiendo de los criterios de cada juez, pueden tardar hasta 5 años… Sí, saque usted cuentas. Si, por ejemplo, el juicio inicia cuando la o el menor tiene 1 año de edad, si bien le va, podría estar liberado jurídicamente cuando tenga 5 o 6 años. Procedimientos tan tardados les quitan la posibilidad de ser adoptados. A esa edad son pocas, muy muy pocas, las personas interesadas en adoptarlos: 99% quieren que sean bebés.
Tan sólo el DIF Jalisco tiene bajo su tutela 67 niños, niñas y adolescentes ya liberados jurídicamente y listos para ser adoptados; todos superan los 11 años de edad y algunos son grupos de dos y hasta cuatro hermanos. Por su edad y condiciones es muy probable que cumplan la mayoría de edad en los albergues donde viven.
Luz llegó al Hogar Cabañas en 1964, cuando era una bebé de 3 meses de nacida. Tiene discapacidad intelectual moderada. No hay registros ni datos de quiénes fueron sus padres o si tenía algún familiar, tampoco se sabe las circunstancias en que llegó al Hogar Cabañas, el albergue más antiguo de Guadalajara.
Su familia, como la de cientos de infantes en albergues, han sido las voluntarias, personal, niñas y niños del lugar, donde hoy pasa sus días colaborando haciendo el aseo. Luz sale ocasionalmente con una trabajadora social de la casa hogar, quien será su madrina de sacramentos y suele llevarla de paseo.
En tanto se logra agilizar los juicios de las y los menores para que puedan ser adoptados, en México existe desde el 2014 la figura de “familias de acogida” para que las y los infantes vivan en hogares temporales y no en albergues, garantizando su derecho a vivir en familia. En Jalisco, según datos del DIF estatal, hay 446 niños y niñas con posibilidad de irse con una familia de acogida.
La deuda que se tiene con la infancia es gigantesca. Las historias de los niños institucionalizados son miles, la de Luz Velázquez es una de ellas y quedará como Luz Cabañas, con el nombre del albergue que es y será por siempre su hogar.