Ideas

Los valores y el futuro

Cuando parecía que el Presidente lograría su objetivo de subordinar al Poder Judicial y a las autoridades que regulan los procesos electorales de nuestro país, la Suprema Corte de Justicia nos demostró que, por encima de la voluntad de alguien, así sea el hombre más poderoso de México, están los principios. La suspensión provisional otorgada en el juicio de amparo en contra de las modificaciones constitucionales promovidas por el jurídico de la Presidencia de la República es una bocanada de aire fresco para nuestra incipiente e imperfecta democracia. No sé si las presiones ejercidas desde la Presidencia logren cambiar la resolución, pero la sola suspensión alienta la esperanza de que en nuestro país las cosas públicas tomen otro derrotero y logremos, finalmente, crear una nación en la que se privilegien el derecho y la ley.

La vida de los seres humanos está sujeta a principios y normas morales, éticas y jurídicas. Si bien cada época trae consigo cambios en el comportamiento de las personas y sus entornos, en esta “nueva realidad” los valores están sujetos a revisión, las lealtades se dejan a un lado y son substituidas por un pragmatismo utilitario, acrítico. Somos presas del consumo, la imitación y la conveniencia. Suponemos que, pareciendo, somos. La moda nos atrapa. La tecnología y las plataformas condicionan, en minutos, urbi et orbi, la reacción de millones de personas, y no tenemos aún conciencia de, en qué medida, la inteligencia artificial está transformando nuestras vidas. En este escenario, los falsos profetas, aquellos que ofrecen cambiar el mundo, aunque realmente solo aspiran a obtener cuotas de poder, se ofertan por doquier. No es la primera vez que sucede y, seguramente, no será la última.

Sin embargo, a pesar de lo descrito, la etapa que estamos viviendo es ciertamente maravillosa: somos testigos y actores, si se quiere en pequeña medida, de una era sin precedente. Hoy disponemos de más y mejor información en todos los campos del conocimiento. Aunque, mal distribuida, nunca ha habido mayor riqueza; los avances médicos son impresionantes, prácticamente todos disponemos de un celular, la movilidad personal nunca había sido tan irrestricta y la libertad de pensamiento y expresión no habían tenido mejores días. Hay más y mejor inteligencia. La equidad entre géneros es cada vez más amplia. El rol de la mujer, hoy más que nunca, le permite alcanzar espacios antes inimaginables en la vida de la comunidad: la incorporación de su talento y energía enriquecen sustantivamente nuestros activos.

Podemos ser mejores. Para ello, necesitamos fortalecer nuestro sentido crítico. Estamos obligados a adecuar nuestro cuadro axiológico a una realidad que se ha transformado por el efecto de la tecnología. El objetivo es homogenizar las oportunidades que nuestro presente ofrece, así como desarrollar nuestra solidaridad para construir un futuro virtuoso y cierto. Instituciones como la Suprema Corte y personalidades como la ministra Norma Piña deben prevalecer, junto a la voluntad y el compromiso de actuar pensando en México. Somos un gran país. Habiendo tanto por qué vivir, no perdamos el tiempo en confrontaciones estériles.

eugeruo@hotmail.com

Eugenio Ruiz Orozco

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