Los niños que no llenan el reflector
“Pensé ilusamente, cuando empecé la Asociación, que todos éramos iguales”.
Ilusamente.
Mily Naveja, presidenta de la Asociación Donación de Milagros y autora de esta frase, no ha parado de lamentarse ante la indolencia que hay para las niñas y niños enfermos de Insuficiencia Renal Crónica (IRC) a los que apoya como puede.
Su molestia estriba en el olvido que ha tenido la comunidad que atraviesa por una enfermedad renal, pues es un grupo que ignoró el Gobierno del Estado para asistir de manera gratuita a la pelea que sostendrá el próximo 5 de mayo del boxeador tapatío Saúl “Canelo” Álvarez en el Estadio Akron.
La importancia que le han dado las autoridades de primer nivel en Jalisco a este evento es directamente proporcional al desdén que, en la opinión de Mily, sufren quienes luchan para mantenerse con vida mientras aguardan en una lista de miles para recibir un trasplante.
Pero lo cierto es que el espacio en una silla del Akron es irrelevante. Lo que preocupa es que en esa escala de prioridades es donde se ha dejado a ese sector de la población desde hace años: en la invisibilidad.
El evento deportivo del “Canelo” es una muestra de simpatía del boxeador. De hecho, él pierde mucho más de lo que gana al usar sus puños en un ring ubicado en Jalisco cuando su carrera, a pesar de sus detractores, es de escala global. Fue él mismo quien puso entre sus condiciones que pudieran verlo en vivo quienes jamás podrían hacerlo en otras circunstancias.
En contraste, el juego político en que han convertido esa buena voluntad del deportista es perverso. En su intento por ganar simpatías, el Gobierno del Estado enlistó sectores vulnerables como niñas y niños con cáncer, diabetes, estudiantes con promedios sobresalientes, personas de pueblos indígenas, atletas, personas con discapacidad del DIF y trabajadores del campo que estén adheridos a algún programa de asistencia.
“¿Y nosotros dónde quedamos?”, dice Mily, quien se responde a sí misma: En la misma lista que han sufrido desde hace décadas. En donde sobreviven como pueden quienes viven entre las aguas contaminadas del Lago de Chapala, en un Estado donde los diputados descaradamente han ignorado una modificación a la ley que permitiría acelerar las donaciones y, por ende, los trasplantes.
¿Dónde quedan? Lejos del reflector. Discriminados porque, según la presidenta de Donación de Milagros, todo indica que en Jalisco no hay funcionarios de primer nivel que sufran la Insuficiencia Renal Crónica o que tengan parientes con esa costosísima enfermedad. Ergo: no les importan, no les significan. No están en el catálogo.
Es un insulto, sí, pero ni siquiera tomarse la molestia de habilitar espacios para ellos en el Akron es también un retrato fiel de la indolencia del Estado hacia gobernados que, según se advierte en sus actos, decisiones y presupuestos, simplemente no figuran.
Ninguna enfermedad es más relevante que otra. No hay una escala de tragedias para priorizar a las que significan más y las que pueden dejarse para después. Pero eso todavía no lo saben los que tienen como aspiración inmediata llegar a la lista de votación en 2024.
No lo saben. Todavía. Pero aquí estamos para recordarles el cinismo de tratar de armar una carrera mientras discriminan a los sectores vulnerables que simplemente no llenan su reflector.