Ideas

Los muchos monos

Habrá quien se acuerde de que las publicaciones profusamente ilustradas solían ser los libros y cuentos infantiles, pues la idea era que así sería más fácil que se concentraran y entendieran lo que decían los textos. El inolvidable Método onomatopéyico del maestro colimote don Gregorio Torres Quintero para enseñar a leer y escribir tenía, claro, dibujos. Por ejemplo, un tren servía para ilustrar la vocal U (y se leía junto: uuuuuuuuuuuuu). Ya los más avanzados aprenderían en años posteriores que también decía chu-chu-chu (nivel superior que en el gabinete sólo cursó el impoluto y simpático señor Bartlett). 

Las revistas ilustradas para la gente grande, como Life o Paris-Match, tenían fotografías de gran calidad, que solían llevar nutridos pies de foto; estaban directa y claramente relacionadas con los artículos y muchas veces constituían auténticos documentos históricos. Ya desde la segunda mitad del siglo XIX revistas como L’Illustration Française o La Ilustración Española tenían fotografías y sobre todo extraordinarios grabados hechos ex profeso para los artículos. Pero todas esas publicaciones, incluyendo a la campeonísima National Geographic, iban dirigidas a lectores que podían sostener la atención más de diez segundos y enterarse del contexto de las ilustraciones. Pero definitivamente los libros con muchos monitos eran para los niños, de los cuales, sin embargo, también se esperaba que leyeran, porque no todas las publicaciones infantiles estaban ilustradas, o lo estaban escasamente.

Pero de unos años acá los periódicos y revistas del mundo decidieron por alguna misteriosa razón tratar al público como infantes semianalfabetos, y no sólo muchos de ellos ponen de a mono por nota, sino que hasta se sienten obligados a meter retratitos de los autores de sus columnas, quién sabe con qué fin (¿qué ganamos con ver la cara del mono, y para qué ponerla diario, o semana con semana?).

En internet, la cosa es todavía peor. Entrar a las páginas de ciertos periódicos es arriesgarse a la jaqueca ante una especie de rompecabezas de colorines y monigotes, la mayoría sin rima ni razón. En las redacciones, donde antes había correctores de estilo y editores que cuando menos trataban de evitar las faltas de ortografía, ahora hay un enjambre de “periodistas” que se dedican a buscar afanosamente lo que sea para “ilustrar” lo que sea. A veces los resultados son chistosísimos, pero por lo general suelen ser inanes.

Algunos ejemplos al azar.

El Banco de México baja la tasa de interés: foto de billetes.

El dólar se dispara: foto de billetes (verdes).

Sale agua sucia y no potable en la Consti: chorro de nescafé que sale de la llave.

Le ponen 90 millones de dólares de fianza al tal Naasón: la misma foto del repugnante mono que han puesto 700 veces desde que los gringos (¡gracias!) lo metieron en chirona. ¿Qué necesidad de verle la jeta a ese sujeto?

No hay turistas: cualquier playa en cualquier lugar -sin gente.

Va a haber vacuna: cualquier mono en cualquier laboratorio.

Dijeron en Palacio Nacional...: el mismo eterno mono predicador sin bozal sobre fondo guinda.

Agarraron a unos ladrones: foto de monos con los ojos tapados (para que nadie los reconozca, claro).

Etcétera.

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