Los militares, nuestra única opción
La gran polémica pública y debate legislativo por la presencia de los militares hasta el 2028 se terminó el martes por la noche con su aprobación del Senado -87 a favor y 40 en contra-, lográndose ampliar el plazo a lo avalado en el 2019, cuando por unanimidad se había dado luz verde a que las fuerzas armadas estuvieran en las calles para realizar tareas de seguridad pública.
Seguramente la polémica no terminará y continuará el debate, pero ante las circunstancias de la realidad de nuestras policías estatales y municipales, posiblemente esta sea la mejor opción, provisionalmente hablando. Y es que ha sido el propio gobierno federal -desde siempre- el que ha orillado a tomar este tipo de decisiones, al no destinar presupuesto necesario, diseñar, capacitar e implementar programas de formación de cuerpos policiales de acuerdo a las necesidades. Y si no, veamos algunas realidades.
Un estudio de Causa Común (ONG/organización no gubernamental), señala que en México “sólo uno de cada cuatro de los policías posee una formación para ejercer labores de seguridad y trabajan en condiciones precarias”. Y establece que por lo menos en lo que va de este siglo, el tema policíaco solo ha servido para “sumar bonos políticos, ya que no existen posibilidades de transitar hacia los objetivos de ese modelo mientras los policías no cuenten con condiciones laborales dignas, capacitación continua y de calidad; salarios dignos; esquemas de carrera
policial que funcionen, y un sistema de incentivo y reconocimiento que los mantengan con vocación e identidad a la institución policial”. Y culpa directamente al gobierno federal de las condiciones laborales precarias, al establecer que “a pesar que el país vive una crisis de seguridad, las corporaciones policíacas se encuentran en una situación de abandono institucional de sus distintas vertientes, esencialmente: capacitación, equipamiento y salarios, trípode que frágilmente se sostiene sobre un piso de abusos y discrecionalidad al interior de las instituciones de seguridad pública a nivel nacional”.
Además de que no hay una estrategia permanente -que cambia de objetivos y procesos cada sexenio- en México solamente hay una tasa de 0.8 agentes por cada 1,000 habitantes, que está muy lejano del 2.8 que recomienda la Organización de Naciones Unidas (ONU). La misma administración federal pasada -del presidente Peña Nieto- en un reporte sobre los cuerpos policiales del país, indicaba que “se cuenta con menos de la mitad de agentes que se necesitan y un gran porcentaje de los que operan tienen un perfil dudoso”.
Por otra parte, lo revelado por un informe de la empresa Gallup -dedicada a la investigación de mercados y a la realización de encuestas públicas-, nuestro país es el segundo en Latinoamérica donde la población se siente menos segura y desconfía más de la policía, solamente por detrás de Venezuela, “muy a pesar de los esfuerzos del presidente López Obrador de tener mas confianza con la conformación de la Guardia Nacional”.
Así que, mientras no se hable de estrategia con continuidad a largo plazo -no de ‘abrazos y no balazos’- y no se implemente una formación de cuerpos policiales profesionales, la mejor propuesta -de momento- es aceptar a los militares -nuestra única opción- en las calles para cumplir con una función para la que no fueron creados.
¿Usted, qué opina?
Daniel Rodríguez
daniel.rodriguez@dbhub.net