Los medios del terror…
Imagínate que a dos cuadras de tu casa se instala un establecimiento comercial, y que dos meses más tarde éste cierra sin razón aparente. Los vecinos preguntan por qué un negocio que era tan concurrido se fue así, sin más, y te enteras de que el crimen organizado amenazó a los propietarios para que pagaran una cuota mensual o, de lo contrario, lo quemarían hasta sus cimientos.
Ahora imagina que cada noche escuchas tiroteos en tu colonia. Las ventanas de tu hogar retumban y estallan debido a una balacera que se desarrolla en tu cuadra. Que, horas después, la noche se ilumina de sirenas, el olor a pólvora llena tus pulmones y lo único que escuchas son radios y claves policíacas.
Piensa que al día siguiente debes salir y saltar las manchas de sangre que quedaron como última evidencia del enfrentamiento que tuvo lugar afuera del sitio que llamas hogar.
O bien, que tú y tus vecinos se ven obligados a irse y dejar todo atrás porque estos hechos ocurren cada tercer día. Que los malos convirtieron en campo de batalla el barrio en donde creciste y que la autoridad simplemente no puede hacer frente a los fusiles de asalto de los grandes grupos delictivos con pistolas desgastadas y 15, 20 ó 30 balas autorizadas por turno.
Comunidades de Jalisco como El Saucito, El Rosario, Los Garcías, Rancho Santo, Rancho Mayor y Aguantina, son testigos “vivos” de esa realidad. Desde 2021, Teocaltiche, un municipio de la Región Altos Norte que se encuentra a sólo dos horas y media de Guadalajara, ha registrado un éxodo debido a la ola de violencia que impera en esa región. Una violencia que recientemente cobró la vida de dos policías municipales.
Y una violencia que, definitivamente, la prensa no provocó.
Este 6 de septiembre de 2023, en una de sus declaraciones públicas más irresponsables desde que asumió el cargo, el gobernador Enrique Alfaro aseguró que los medios de comunicación hacen “apología de la violencia” y que incluso pareciera que su propósito es “asustar a la gente y generar un ambiente de terror”.
Pues bien: en las campañas de 2012, 2015 y 2018, fue ese mismo político quien usó la inseguridad para ganar adeptos. Solicitó la renuncia del ex fiscal Luis Carlos Nájera y hasta la del ex gobernador Aristóteles Sandoval. ¿La razón? “Los jaliscienses le exigimos seriedad y resultados. Jalisco no puede seguir por este camino, en materia de seguridad y procuración de justicia, su Gobierno ha sido un rotundo fracaso. Si no puede, deje su cargo”.
En el papel, la campaña de Enrique Alfaro fue eficaz. Afirmó que su llamada “Refundación” restauraría el orden para garantizar la seguridad con justicia, pues en cada región que visitaba durante su campaña, atender la violencia y la impunidad era lo que más le pedía la gente.
Así, en modo campaña, el político del cambio se jactaba de no sonreír en sus fotos porque “no había razones” para hacerlo en un Estado azotado por la delincuencia. Según decía entonces, estaba molesto y haría todo cuanto estuviera a su alcance para cambiar la realidad.
Combatiría la corrupción, depuraría los cuerpos de seguridad, pondría en el centro del quehacer público a las víctimas, eliminaría las condiciones que faciliten la delincuencia, fortalecería el vínculo entre policías y vecinos, e incluso existiría un esquema de rendición de cuentas policial frente a la sociedad civil y las autoridades locales.
Hoy, con la realidad plasmada en letras, los medios que retratan la historia moderna de Jalisco han documentado que fue una buena campaña con una pésima ejecución ya en el Gobierno. Que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, porque en su tiempo hubo promesas para repartir, y que a la distancia lo más sencillo para salir del atolladero es culpar al mensajero.
En la recta final de su gestión, el gobernador que garantizó recuperar la tranquilidad de las familias de Jalisco ha olvidado sus promesas electorales. Declinó a sus obligaciones por hacerse a un lado y buscar culpables.
Y los medios, los que se han visto obligados a romper su propia línea editorial para llevar a las portadas la cruenta realidad por la que atraviesa un Estado donde su gente se ve obligada a huir, definitivamente no están dentro de la cadena de responsabilidades del desastre en el que se ha permitido convertir a Jalisco.
isaac.deloza@informador.com.mx