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Los hijos de por medio

En los pleitos de pareja hay quienes terminan lastimando también a los hijos e hijas. En medio de las disputas hay casos donde el varón utiliza a los menores para herir, controlar o hacerla sufrir a ella, a la pareja, esa es la violencia vicaria. Algo despreciable y ruin. Son golpes bajos, dándole a las mamás donde más les duele, en lo que más aman: sus hijos; incluso, arrebatándoselos para así dañarlas a ellas.

En Jalisco la aprobación de la Ley Vicaria había permanecido los dos últimos años en la “congeladora” de iniciativas, sin discutirla ni mucho menos aprobarla… hasta hace una semana, que varias mamás víctimas de ese tipo de violencia iniciaron una huelga de hambre, encadenadas frente al Congreso del Estado.

“¡No está con su padre, está con su agresor!”, gritaban las mujeres con altavoces esperando romper la indiferencia de las diputadas y diputados.

Tras seis días consumiendo únicamente líquidos, en casas de campaña o bajo toldos, con temperaturas de hasta 38 grados centígrados, las manifestantes lograron su cometido. Las y los legisladores convocaron a una sesión extraordinaria. Por fin, presentaron al pleno el dictamen, pero se legisló “a medias”: eliminaron el concepto de violencia vicaria y no lo incluyeron como delito en el Código Penal del Estado de Jalisco.

En lugar de “violencia vicaria”, las y los diputados estatales aprobaron incluir en el delito de violencia familiar una agravante: violencia por interpósita persona. Con esto, queda en la legislación como un término binario y sin garantizar el reclamo de las víctimas, que es castigar a los progenitores varones que son agresores.

La violencia vicaria suele confundirse con la alienación parental, que es manipular o inducir a los hijos para que rechacen, odien o le tengan miedo a uno de sus progenitores (ya sea al papá o a la mamá). La violencia vicaria, ha reconocido la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sólo afecta a las mujeres, no a los varones; no se ejerce en contra de los padres, en cuyo caso dicha conducta puede ser combatida como delito de violencia familiar.

“Tipo de violencia que se presenta contra las mujeres, ejercida sobre sus hijas e hijos, con el objetivo de causarles daño, realizadas por una persona agresora que tenga o haya tenido una relación de matrimonio, concubinato, o se mantenga o hayan mantenido una relación de hecho”, señala claramente la SCJN.

La violencia vicaria es, lamentablemente, común en los procesos de separación o divorcio, donde juega en contra de las mujeres la vulnerabilidad económica porque los varones suelen ser los principales proveedores.

La huelga de hambre y las manifestaciones a cacerolazos de las colectivas “Madre Yo Sí Te Creo” y “Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria”, lograron trastocar la apatía de las y los diputados. Tocará a la siguiente legislatura entrar de lleno al tema.

Hoy Jalisco continúa entre los cuatro Estados que no cuentan con la Ley Vicaria. Lamentablemente estas mujeres ya pasaron más de 150 horas en huelga de hambre para pedir algo por lo que cualquier madre pelearía con todas sus fuerzas, aunque en ello se le vaya la vida: estar con sus hijos. Seguirá dependiendo de la empatía de las y los legisladores.

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