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Los estudiantes de cine siguen desaparecidos

Hace cuatro años, el 19 de marzo de 2018, Jesús Daniel Díaz García, Marco Francisco García Ávalos y Javier Salomón Aceves Gastélum, estudiantes de cine de la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV), fueron privados de la libertad por un grupo de hombres armados que se identificaron como miembros de la “Fiscalía”, según el testimonio de Alejandra, compañera de los jóvenes que desde entonces se encuentran desaparecidos. “Ya cuando levanté la cabeza, vi que ya no estaban las camionetas ni ellos”, dijo la joven en su testimonio de 2018 al diario Mural. 

Jesús Daniel Díaz García de 20 años al momento de su desaparición es originario de Los Cabos; Marco Francisco García Ávalos, también de 20 años al momento de su desaparición es de Tepic; en tanto que Javier Salomón Aceves Gastélum, de 24 años en 2018, es originario de Tijuana. Los tres vivían en Guadalajara para estudiar cine.

Según explicación de las autoridades, a Daniel Díaz, Marco García y Salomón Aceves, aparentemente fueron confundidos como integrantes de un cártel rival en la zona de Tonalá, donde ocurrieron los hechos.

Aunque detrás de cada una de los más de 16 mil desaparecidos que hay en Jalisco, hay una historia que merece ser contada y conocida, la de los tres estudiantes de cine tiene relevancia no sólo por las movilizaciones que detonó en su momento, sino por el impacto que tuvo en la conciencia de miles de jaliscienses, especialmente en los jóvenes.

A comienzos de 2018, oficialmente había menos de 3,500 personas desaparecidas y si bien existía ya la movilización de los primeros colectivos de personas desparecidas, especialmente de Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco y Por Amor a Ellos, no estaba tan extendida la información sobre la gravedad del fenómeno de las desapariciones en el estado.

Antes de este caso, miles de jaliscienses habían salido a la calle para protestar por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ocurrida el 26 de septiembre de 2014 y que convocó a grandes movilizaciones en los meses de octubre, noviembre y diciembre de ese año.

Y aunque en Jalisco hace tiempo que se convocan manifestaciones públicas contra las desapariciones, no se había llevado a cabo marchas con tantos participantes como las que convocó la desaparición de los tres estudiantes de cine.

A ello contribuyó el hecho de que fuera una desaparición masiva de jóvenes y que fueran estudiantes. Por los mismos días, desaparecieron dos estudiantes de medicina de la Universidad de Guadalajara. Una chica fue encontrada con vida a los pocos días y, lamentablemente, el estudiante de medicina fue encontrado fallecido en la misma semana. Este hecho de que en una semana se reportaran cinco jóvenes desaparecidos golpeó la conciencia de decenas de miles de estudiantes de distintas universidades de la zona metropolitana de Guadalajara.

La desaparición de Daniel, Marco y Salomón abrió la conciencia de miles de estudiantes de la gravedad de lo que ocurría en Jalisco, lo que los llevó a convocar asambleas generales en las que participaron estudiantes tanto de universidades públicas, como de privadas. Apenas cuatro días después de la desaparición de los estudiantes de cine, se convocó a una asamblea general en la explanada del auditorio Salvador Allende del CUCSH, donde participaron estudiantes de la UdeG, del ITESO, y del CAAV. 

De ahí surgieron paros en escuelas de la UdeG, como en Antropología y Sociología, y llevó a miles de jóvenes a reflexionar sobre la situación de guerra informal que se vivía en Jalisco, y su arista de las desapariciones tan extendidas en la zona metropolitana de Guadalajara. Varios de los testimonios en esas asambleas hablaban de indignación pero también de temor al tomar conciencia que al igual que Daniel, Marco y Salomón, cualquier estudiante podía desaparecer en las calles de la zona metropolitana y otras ciudades del estado.

Un mes después de la desaparición de los tres estudiantes de cine, el gobierno del estado, a través de la Fiscalía General de Jalisco, presentó su versión de la “verdad histórica” y aseguró que los tres jóvenes habían sido asesinados y disueltos en ácido en una finca de Tonalá, cerca de donde desaparecieron. Pero al igual que la verdad histórica de Ayotzinapa, esta versión presentada por el gobierno del priista Aristóteles Sandoval Díaz, se cayó por su peso debido a la inconsistencia de las pruebas. A la postre, la familia de Salomón Aceves dio por cierta la versión oficial, y celebró ceremonias fúnebres para cerrar duelo a su hijo.

Pero las familias de Daniel Díaz y Marco García sigue exigiendo la búsqueda en vida de sus hijos. Para ello cuentan con el respaldo del Comité de Desapariciones Forzadas de la ONU, quien ha exigido el Estado mexicano, continuar la búsqueda en vida y la investigación del destino de Daniel y Marco.

A pesar de las movilizaciones que se convocaron para exigir la presentación con vida de Daniel, Marco y Salomón y a pesar de los procesos de toma de conciencia y organizativos que se surgieron en esa fecha, lamentablemente no fue suficiente para detener y revertir la epidemia de desapariciones. 

Cuatro años después de la desaparición de los tres estudiantes de cine, lamentablemente en Jalisco y la zona metropolitana de Guadalajara, el fenómeno de las desapariciones se ha agravado y estamos inmersos en una barbarie administrada por la alianza estatal-criminal, sin que la sociedad haya podido detenerla y pararla. 

rubenmartinmartin@gmail.com / @rmartinmar

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