Los dos Presidentes de México
En México nos persigue el fantasma de dos Presidentes. Uno es el Presidente expuesto a críticas cada día más dilatadas, siempre contra el paredón de los analistas, las cúpulas empresariales, la oposición y un sector en redes sociales. El otro es el Presidente inatacable, el que no cesa de sumar un respaldo popular inédito y que, contra todo pronóstico o lógica, no deja de extenderse como emblema y símbolo de una nueva época.
¿Cuál es el verdadero Andrés Manuel López Obrador?
Cinco encuestas aplicadas del 9 al 14 de enero preguntaron a la población si estaba de acuerdo o no con el combate al robo de combustible pese al desabasto generado en una decena de entidades. El resultado, similar en todas, es una confirmación de la existencia plena y rebosante del segundo Andrés Manuel.
En el caso de Demotecnia, el 80% de los 500 encuestados vía telefónica respondieron que están de acuerdo con sufrir desabasto de gasolina con tal de eliminar el robo de combustible.
En la encuesta de Consulta Mitofsky a mil mexicanos a través de su aplicación virtual Paneline, el 56.7% cree que la estrategia del gobierno es la correcta a pesar de las consecuencias, pero además, el 70% coincidió en que el gobierno de López Obrador ha explicado las razones del desabasto, una opinión que está en el otro extremo del reclamo de analistas que critican la falta de una explicación clara del problema.
En el caso del Gabinete de Comunicación Estratégica, la encuesta más reciente, el 72.2% de la población en entidades con desabasto está de acuerdo con el cierre de ductos de Pemex y la distribución a través de pipas, medida que ha causado la escasez de combustible.
Finalmente, en dos periódicos nacionales que realizaron sendas encuestas, las cifras son similares al resto. En El Financiero, el 64% está de acuerdo con el cierre de ductos aunque se genere escasez de combustible. En Reforma, el 73% prefiere que se acabe el robo de gasolina aunque se genere desabasto por un tiempo.
En un mero ejercicio de simplificación, si sumamos y promediamos los resultados de las cinco encuestas, el nivel estimado de apoyo a la medida del Presidente contra el huachicoleo, pese a sus consecuencias, es del 70% de la población consultada. Es un resultado inédito –Enrique Peña Nieto terminó su mandato con un lejano 26% de aprobación–.
Pero la brecha entre los que ven a uno y otro Presidente se profundiza. Mientras las críticas al mandatario arrecian entre la comentocracia y líderes empresariales, al menos en dos encuestas, Demotecnia y Gabinete de Comunicación Estratégica, se consigna una tendencia: la medida contra el huachicoleo mejoró la opinión que los encuestados tenían del Presidente.
Las cinco encuestadoras participaron en el proceso electoral con mediciones más o menos cercanas al resultado final en donde Andrés Manuel se llevó la elección con 53% de los votos –poco más de 30 millones de sufragios– pero a mes y medio de haber asumido, su capital político no merma, al contrario, se fortalece.
No hay una explicación unánime sobre el respaldo abrumador al Presidente. Y sobre todo en un tema tan fuertemente vinculado al humor social como es la gasolina. Como ejemplo, recordemos que en la encuesta mensual sobre Bienestar Subjetivo del INEGI, el único momento en que los mexicanos reprobaron su satisfacción con el país durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, al asignarle un 5.5 de calificación sobre 10, fue en enero de 2017 cuando el gasolinazo. Hoy escasea la gasolina, pero el respaldo al Presidente aumenta.
Para un grupo reducido, el Presidente es un obcecado con la razón oscurecida, incapaz de planear y rodeado de subalternos inexpertos y pasmados que no supieron anticipar el desabasto al combatir el huachicoleo. Pero ante el grueso de la población, lejos del círculo rojo y su postura escéptica de élite racional, está el otro Presidente, el que despierta una intensa pasión por creer y al que millones le entregaron su voto a cambio de ser todo, cualquier cosa, menos lo mismo de siempre.
¿Cuál es el verdadero Andrés Manuel López Obrador?
Entre los dos extremos, el de la crítica implacable al Presidente y la confianza ciega en su actuar, se oculta el verdadero Andrés Manuel. Ese que sólo podremos descubrir, al igual que ocurrió con Enrique Peña Nieto, después del tercer año de gobierno. Antes de esa fecha, tendremos que lidiar con el fantasma de dos Presidentes.