Los decálogos
Sintetizar en 10 conceptos toda una corriente de pensamiento religioso, filosófico o económico, es una tarea que requiere estudio, comprensión y habilidad.
Los 10 mandamientos bíblicos tuvieron marcada influencia en esta práctica. En esta ocasión me referiré a dos de los últimos decálogos en circulación, el de la Secretaría de Economía presentado por su titular Graciela Márquez y el del Presidente AMLO.
La Secretaría de Economía emitió un decálogo de política industrial, dado que México hace tiempo que no cuenta con una política industrial sólida.
La síntesis plasmada en 10 conceptos se refiere a fomentar la competencia económica aprovechando la apertura comercial para crear un entorno de negocios más amigable con el objeto de atraer mayores flujos de inversión extranjera y estimular la inversión nacional, apoyando a las pequeñas y medianas empresas (pymes), así como crear incentivos para proyectos industriales en las zonas más atrasadas del país.
El decálogo de AMLO que algunos escritores han calificado como chabacano, ramplón, simple y anacrónico, pretende sintetizare en 10 conceptos generales toda una estrategia política que en realidad no son más que las funciones inherentes al cargo que desempeña como Presidente de la República, muchos de los cuales son materialmente imposibles de cumplir y no dejan de ser más que un puñado de buenas intenciones; como el hecho de acabar por completo con la corrupción y la impunidad; para acabar por completo, tendría que comenzar por algunos de sus colaboradores más cercanos que se han visto envueltos en escándalos de corrupción, como son Bejarano “El señor de las ligas”, Yeidckol Polevnsky y otras personas allegadas como Napoleón Gómez Urrutia y Elba Esther Gordillo.
Lograr la participación de los sectores civil y privado, con el sector público, es una labor que podrían incluir a algunos elementos, pero no conseguirá que participen los más representativos porque ya provocó su repudio.
Producir en el país todo lo que consumimos es una tarea que se puede ejecutar a través de los años si dejamos de pensar en contra de la globalización que significa todo lo contrario, o sea intercambiar lo que producimos por lo que carecemos.
Aumentar las pensiones a adultos mayores al doble no pasan de ser buenos deseos porque no habrá dinero que ajuste si no se fortalece la economía.
Asegurar a todos el derecho a la educación pública gratuita y de calidad podría interpretarse como que va a meter en cintura a los sindicatos que agrupan a los maestros que ningún régimen ha podido con ellos.
La única forma de garantizar a los jóvenes el derecho al trabajo es creando el seguro para el desempleo, porque por más que tengan el derecho, si no creamos primero las fuentes de trabajo, no pasará de ser buenos deseos.
En cuanto el derecho a la salud no pasa de establecer que, no obstante que tengan el derecho, no habrá recursos para dar el servicio.
Dar prioridad al desarrollo de la cultura y el deporte, no se logrará construyendo estadios de beisbol costosos, sino repartiendo ese presupuesto en todo el país para fomentar en cada región el tipo de deporte que más se practica y no cometer el error de construir canchas de basquetbol en los estados más atrasados del país que finalmente el pueblo indígena utiliza para ceremonias públicas.
Se contraponen ambos decálogos, el de economía y el de AMLO en la política económica; o producimos todo lo que consumimos o aceptamos la globalización.