Los cómplices, los invisibles
He visto -si no todas las series del narco-, quizá las más significativas y ninguna, por más humanizada la narrativa de los personajes, me ha invitado a quererme involucrar en el despreciable y ultra poderoso mundo del crimen organizado. Esta columna no es el espacio (ni tengo la capacidad periodística para hacerlo) de llevar un recuento o dar mi opinión sobre el tema de seguridad en el país. Lo más aventurado es hablar del “boom” en los últimos años sobre series de ficción, series documental y películas que relatan lo que sucede en el decadente pero, insisto, muy poderoso inframundo del narco, transformándolo en el “noveau art-narcó”.
Si el arte imita a la realidad o la realidad imita al arte es un dilema antiguo e irresoluble, lo que sí puedo afirmar con contundencia es que a la realidad de este país había que enmarcarla, había que documentarla de manera urgente para que no sólo nos la cuenten políticos y periodistas o sociedad civil sino que hubiera artistas haciéndolo, recogiendo estos tres o muchos más puntos de vista. En alguna conversación entre amigos, algunos de ellos han sido determinantes al no querer ver las narco series porque se pudiera glorificar el -por ningún motivo honorable “negocio”- y causar al público en general cierta fascinación por él, o simplemente no quieren verlas porque -desgraciadamente- recuerdan lo sucedido pues lo vivieron y/o ya conocen la historia.
Tanto Toni Soprano como Miguel Ángel Félix Gallardo y Pablo Escobar son mostrados humanos, todos ellos sienten celos, amor, rencor, son movidos por el dolor de los suyos y en algún punto son extremadamente frágiles. Todos ellos, cruzan una línea que ni usted ni yo, estaríamos dispuestos a cruzar, no son héroes ni lo fueron, son villanos que para actuar de manera impune, tienen vínculos con quienes sí consideramos héroes.
Para mí esa es una de las claves que se necesitaban evidenciar, quizá la gran mayoría de ciudadanos a mi alrededor no vanaglorien a estos terribles personajes pero sí lo hacen a quienes de manera oscura tejen vínculos con ellos. Todavía volteamos la otra mejilla y hacemos como que la virgen nos habla cuando sabemos de algún amigo exitoso que con alguna inversión de -quien sabe quién- logró pegarle al gordo. Todavía nos sentamos en su mesa o los invitamos a la nuestra y preparamos la mejor comida haciéndolos sentir líderes cuando no son más que cómplices. Todavía los cómplices son invisibles, intocables.
La clave según Leo Luca Orlando (ex alcalde de Palermo) para desactivar de raíz a la narco cultura es precisamente evidenciar entre los nuestros a ellos, los comparsas de quienes están haciendo negocios turbios y son enaltecidos como grandes empresarios y políticos. Poco a poco el hartazgo de este México que arde en llamas se irá direccionando no sólo a los que parecen responsables de resolver el tema de seguridad (políticos) sino al tema social que nos involucra a todos. Documentar esto me parece vital en esta y las futuras generaciones, ser público de este tipo de propuestas es fundamental en la formación de criterio. Por lo demás, pobre país…
argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina