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Los claroscuros de Raúl Padilla López

Mucha tinta correrá en los próximos días para consignar los claroscuros que deja el ex rector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, quien según la Fiscalía estatal se suicidó en su casa este domingo, causando conmoción no solo entre los tapatíos sino en el país y en el extranjero, por las múltiples relaciones internacionales que forjó por ser el creador de la Feria Internacional del Libro (FIL), sin duda su legado más trascendente, ya que se convirtió en la más importante exposición del libro en español del mundo.

El peso y la influencia de este personaje se reflejó porque su sorpresivo deceso marcó ayer el contenido en redes sociales. En Twitter el hashtag #RaúlPadilla fue número uno, y entre los primeros diez figuraban los de la #UniversidaddeGuadalajara y #UdeG.

En esa plataforma, figuras de la política, de gobiernos, de la academia, de la literatura y del cine reconocieron y exaltaron su trabajo para impulsar la cultura en México y en Hispanoamérica, pero también aparecieron cuestionamientos de muchos y muchas cibernautas que criticaban las “loas” de esos ilustres personalidades para quien consideraban un “cacique” que había secuestrado la máxima casa de estudios y se había enriquecido ilegalmente de ella.

Desde antes de su llegada a la rectoría de la UdeG en 1989, Padilla López ya había tejido a su interior una amplia red de operadores desde el Departamento de Investigación Científica y Superación Académica (Dicsa), que le permitió quedarse con el control de la casa de estudios luego del conflictivo rompimiento con el grupo FEG-Universidad, que lideraba Álvaro Ramírez Ladewig. La hegemonía política que impuso luego el Grupo UdeG que él dirigió, y que mantuvo hasta ayer, le permitió convertirse en el gran elector de los rectores que le sucedieron, entre los que figuró su hermano Trinidad, su primo Tonatiuh Bravo Padilla y Carlos Briseño, quien al intentar desconocer su liderazgo fue destituido de la rectoría y terminó también suicidándose.

Además del férreo control al interior de la Universidad, Padilla hizo que su grupo peleara y obtuviera espacios en partidos políticos, en los gobiernos federal, estatal y municipales, así como en el Congreso federal y estatal, y en el Poder Judicial, lo que le implicó roces con el poder y la clase política y gubernamental que nunca pudieron arrebatarle el dominio de la UdeG.

Por esa misma dinámica, Padilla murió enfrentado contra el gobernador Enrique Alfaro, con quien mantuvo, pese a las rencillas personales por los conflictos que tuvo Padilla con su padre en la UdeG, de la cual también fue rector, una relación pendular de aliado-adversario. Jugaron juntos contra López Obrador en el 2018 apoyando al candidato presidencial panista Ricardo Anaya, y su última ruptura fue en el 2021 por la creación del partido Hagamos y los recortes presupuestales del Gobierno estatal a la casa de estudios.

Padilla terminó su vida también sin una buena relación con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, con quien tuvo diferencias desde que el Grupo UdeG dominaba el PRD en Jalisco, y quien desde las mañaneras le reclamó su cacicazgo y la utilización de la FIL en beneficio personal en repetidas ocasiones.

Un alto funcionario de la UdeG me confió hace años que el mayor legado de Padilla era la estabilidad que le había dado a casa de estudios y con ello a Jalisco, y que eso se probaría cuando él ya no estuviera y pudieran venir tiempos convulsos por las disputas que se abrirían por su control dentro y fuera de la Universidad. Ese tiempo llegó y habrá que ver qué tan profético fue ese pronóstico.  

jbarrera4r@gmail.com

Jaime Barrera

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