Los candidatos ya no quieren preguntas
Hay una queja recurrente entre colegas: en esta contienda electoral los candidatos y candidatas ya no asisten a entrevistas o foros en donde saben que serán interpelados por periodistas o estudiantes. No siempre fue así. ¿Qué cambió?
Rehúyen sin importar el partido. Basta ver las cancelaciones al foro electoral del ITESO que aumentaron este año. Han cancelado “Chema” Martínez, Claudia Delgadillo, Carlos Lomelí y Corona Nakamura de Morena; Francisco Ramírez Acuña del PRIAN y Juan José Frangie de MC.
Consulté con varios colegas. Coinciden en que hoy es más difícil conseguir una entrevista con un candidato si hay algún riesgo de tratamiento crítico. Yo mismo iba a participar en varias entrevistas con aspirantes que decidieron cancelar “por cuestiones de agenda”.
Varios factores explican el fenómeno. Por un lado, la cautela propia del aspirante que evita la exposición negativa en una contienda cerrada. Y la necesidad de ocultar o minimizar los flancos débiles -corruptelas, incapacidad, incongruencia- del candidato o candidata.
Hay otro factor, el que más pesa: el endiosamiento de las redes sociales como la única y más segura vía para la comunicación política con los electores. Un político ya no da entrevistas, hace TikToks, sube un reel o postea una instastorie.
¿Para qué exponerse ante un periodista o un estudiante? Las redes sociales son un dispositivo de comunicación seguro para los candidatos. Muchos ni siquiera escriben sus post. Lo hacen sus oficinas de asesores que planean cuidadosamente cada mensaje.
En redes nadie los interpela. Controlan cada milímetro de su exposición al público. Es una comunicación vertical e inocua porque un Community Manager responde los mensajes, administra los likes y bloquea o, en el mejor de los casos, ignora las críticas.
Hay aspirantes con deficiencias tan visibles que pagan entrevistas con “el dinero de las personas” para salir en el podcast de, digamos, Charly Galleta, y hasta allí cometen tropelías discursivas. Ni en esas ligas menores resisten una conversación de terciopelo.
Esta clase política refugiada en la comunicación digital debería experimentar en cabeza ajena. Un grave error de Enrique Alfaro, así como de sus asesores de comunicación, fue creer que podía gobernar sin la prensa tradicional, sólo a través de redes sociales.
Es antidemocrática la idea de que los medios de comunicación son innecesarios. Los mecanismos indirectos de censura a través de la pauta oficial o el cerco informativo empobrecen el diálogo y el intercambio de ideas.
Tenemos que hablar más del periodismo como espacio de deliberación pública. Claro que debemos asumir sus imperfecciones, corregir sus vicios, normar sus excesos, pero no a costa del deterioro de la libertad de prensa.