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Los alfileres del vestido de la novia

Elucubraciones, es todo lo que se tiene en torno a la boda “extravagante” del ya ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) del Gobierno mexicano, Santiago Nieto Castillo. El único hecho real es su destitución por salirse de la narrativa de la Cuarta Transformación, por el simple hecho de haber incurrido en una falta mayúscula a los ojos del actual régimen, en el que pesa más el contraer nupcias en una boda “extravagante”, frente a la caída de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México en el que fallecieron 26 personas. 

Poco o nada se conoce en torno a los detalles finos del acto nupcial en el que Nieto unió su vida a la Consejera del Instituto Nacional Electoral (INE), Carla Humphrey. Pero hubo pecados imperdonables que quizá no hubiesen trascendido si no fuera porque una imprudencia de “alguien” -que no nos consta quien fue-, se le ocurrió viajar en un vuelo privado a Guatemala con 35 mil dólares en efectivo sin declarar y en la aduana fueron descubiertos originando que el tema trascendiera a los medios de comunicación y se señalara a la secretaria de Turismo de la Ciudad de México como la responsable, lo cual bastó para que la regenta capitalina le aceptara la renuncia.   

Nieto Castillo, era el encargado del organismo que persigue el lavado de dinero en México, y a solicitud del Ejecutivo desde su posición se dictaba a quien había que perseguir y castigar, aunque en el organigrama aparecía como Director General.

Nieto se autogeneró una función más amplia y de mayor alcance al firmar convenios, disfrutar de autonomía, y catapultarse como alid de la austeridad y combate a la corrupción, lo cual aparentemente no cayó bien en Palacio Nacional, al grado que se le puede estigmatizar ya como el chivo expiatorio del sexenio.

Presumiblemente, no gustó que se le comenzara a ver como un personaje candidateable a la presidencia de la República cuando es conocido de todos que el delfín del presidente para ese espacio es la Jefa del Gobierno capitalino Claudia Sheinbaum, de tal suerte que se habría determinado cortarle las alas antes de que comenzara a volar.

“Santiago Nieto es un abogado recto, le tenemos mucho respeto, pero no podemos tolerar ningún acto de extravagancia, ningún acto que no corresponda a la austeridad republicana. El ciudadano debe aprender a vivir en la justa medianía, nada de lujos, extravagancias, porque la gente está harta de eso”, fueron las palabras de Andrés Manuel López Obrador, para justificar el cese del ex funcionario. 

Otro aspecto que pudo haber generado la indignación del primer mandatario de la nación, quien exige a sus cercanos 90 por ciento lealtad y 10 por ciento de capacidad, habría sido la lista de invitados a la boda, toda vez que la novia tiene su origen en las filas panistas y convidó a sus actuales amigos del INE y sin distingo de fifís y chairos. 

También se elucubra sobre las intenciones de Nieto, de quien algunos dicen, podría haber optado por saltar del barco ante el evidente hundimiento para buscar alguna responsabilidad diplomática, y aprovechar para alejarse de los cárteles, quienes podrían buscar ajustarle algunas cuentas. 

Lo único cierto es el cese del novio de la boda, y ni siquiera sabemos a ciencia cierta si los 35 mil dólares tenían como destino unirlos con alfileres al vestido de la novia.

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