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Los “abrazos” tras la tragedia migrante

La trata de personas y el tráfico de migrantes hacia Estados Unidos, de México, Centroamérica y otras partes del mundo, entra y forma parte desde hace años de la gama delictiva con la que se han diversificado los cárteles de la droga.  

Reportajes y documentales han acreditado que así como el cobro de piso, la extorsión, el secuestro y el robo de gasolina les han generado ingresos extras al cultivo, trasiego y exportación de estupefacientes, así también el fenómeno migrante les representa ya extraordinarias ganancias que hacen crecer su poder corruptor ante autoridades de México y Estados Unidos para obtener protección e impunidad.

Las y los expertos en la materia calculan en 150 mil millones de dólares las ilícitas ganancias anuales de esta actividad delincuencial.

Es la voracidad por ese botín lo que ha hecho escalar la deshumanización de los llamados “coyotes”, que a la primera dificultad abandonan a su suerte a migrantes en cuanto obtienen de ellos las cuantiosas sumas que les cobran, a través de sus redes de corrupción, por la promesa, muchas veces incumplida, de ayudarles a cruzar la frontera de Estados Unidos de forma ilegal.

Eso es lo que esta detrás del tráiler de la muerte que dejaron en una carretera secundaria en San Antonio, Texas, en el que luego de una larga agonía murieron asfixiados hasta el momento 53 migrantes: 27 mexicanos, 14 hondureños, 7 guatemaltecos y 2 salvadoreños (se desconoce la nacionalidad de 3) y 11 más que se debaten por lo mismo entre la vida y la muerte, en una de las más desgarradoras historias de migrantes que hemos conocido.  

El hecho de que más de la mitad de las víctimas sean mexicanos y mexicanas, y las crecientes cifras de los flujos migratorios de distintas entidades de la República, en el último año y medio, habla de que más que por motivos económicos, muchos de esos migrantes lo hacen por huir de sus comunidades por los altos niveles de violencia y las amenazas del crimen organizado. Otro dato que consolida esa conclusión es que hasta el 2020 se había registrado una década de tasa “cero” de mexicanos que migraban a Estados Unidos, e incluso eran más los que regresaban a sus pueblos a México. 

Eso acabó cuando recrudeció la violencia en México en los últimos dos años. Por eso detrás de la tragedia migrante, como la de los más de 126 mil asesinatos en lo que va del sexenio, incluidos los de los dos sacerdotes jesuitas y el guía de turistas de la Sierra Tarahumara, está la estrategia fallida de seguridad de la 4T, la de “los abrazos y no balazos” de la que seguramente tendrán que hablar Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden en la reunión que tendrán en Estados Unidos la segunda semana de julio.

jbarrera4r@gmail.com

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